AÑO/CERO - Janire Rámila
Durante décadas, el investigador y escritor Zecharia Sitchin recorrió Oriente Medio y los museos de todo el mundo buscando indicios que explicaran uno de los grandes enigmas de la antigüedad: el origen de la civilización sumeria. Sus conclusiones, apoyadas en textos y relieves, son sorprendentes y hablan de que aquella cultura recibió algún tipo de ayuda extraterrestre.
En 1842, un equipo de arqueólogos franceses comenzó a excavar por vez primera en la actual Mesopotamia, buscando restos de una antigua civilización mencionada únicamente en la Biblia. Se trataba de los sumerios, pueblo del que no se tenía ninguna constancia y que algunos tomaron como una simple leyenda, de las muchas que aparecen en las Sagradas Escrituras. Pero se equivocaban. Por indicaciones de un aldeano local, aquellos arqueólogos excavaron en el lugar preciso, rescatando bajorrelieves de una inusitada belleza, tallas de enorme tamaño y, lo más importante, miles de tablillas de arcilla con una escritura nunca vista.
Ante sus ojos, emergía del pasado la que hoy es considerada la civilización más antigua del planeta, conocida como Sumer o Sumeria. No en vano, su antigüedad se remonta al 3500 a. C., aun sabiendo que esa fecha podría retrasarse más, a medida que vayan encontrándose nuevos indicios.
Pero, ¿de dónde procedían estos sumerios? ¿Cómo surgieron? Los arqueólogos no saben qué responder, originando lo que ha venido en llamarse el «problema sumerio». Porque de sus orígenes se sabe muy poco; algo así como si sus ciudades e inventos hubieran surgido de la nada. Y aquí es donde reside el auténtico dilema, porque no se trata de creaciones cualesquiera, sino de algunas tan sofisticadas como la rueda, la imprenta o el calendario, tal y como hoy lo conocemos. Ellos fueron quienes dividieron el año en 12 meses e inventaron el primer reloj de 60 segundos y 60 minutos.
No sólo eso. También se les atribuye la invención de la cerveza, del sistema sexagesimal y del horno, lo que les permitió contar con sólidos ladrillos para erigir edificios no menos resistentes, como los imponentes zigurats. Además, sabían controlar el petróleo para impermeabilizar objetos o asfaltar caminos, realizaban operaciones quirúrgicas y elaboraron un complejo sistema jurídico. ¿Y todo esto de la nada, en apenas una década? De ser así, sería un hecho único en la Historia. Basta pensar que nuestros ancestros más remotos tardaron 500.000 años en convertir los palos en herramientas. Es por ello que en las últimas décadas ha cobrado especial relevancia la arriesgada tesis defendida por el historiador Zecharia Sitchin, sustentada por décadas de investigación: sólo un contacto no terrestre pudo haber originado una civilización tan avanzada…
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