Una de las obras falsificadas por Mark A. Landis.
• Un periodista contacta con el falso jesuita que 'colocó' sus falsificaciones
La noticia saltó en noviembre pasado: "Los responsables de los museos del mundo han sido advertidos de un misterioso falsificador de cuadros que se hace pasar por jesuita y ha logrado engañar ya a varias instituciones estadounidenses". "A diferencia de otros falsificadores, el supuesto sacerdote no pide dinero por sus falsos 'picassos', 'signacs' o 'daumiers'. La única recompensa que persigue, al parecer, es la satisfacción de engañar a los expertos de esos museos con sus falsificaciones".
Y ahí quedó eso, sin que trascendiera mucho más sobre la historia del jesuita, que se hacía llamar Padre Arthur Scott, que se pagaba los hoteles y los viajes, que donaba su (falsificada) colección en memoria de su madre y que, después, desaparecía como un rayo.
Bueno, algo más se supo. A partir de algunas imágenes tomadas en los circuitos de seguridad de los museos que recibieron sus visitas, se pudo reconocer en el sacerdote a otro 'donante' habitual llamado Mark A. Landis, apodo que resultó no ser un alias sino el nombre real del estafador.
A partir de ahí, John Gapper, periodista del diario económico 'Financial Times', ha reconstruido la identidad del padre Arthur y ha llegado a contactar con él. En un largo reportaje publicado este fin de semana, Gapper narra la vida de Landis. En resumen, un chico de familia bien estadounidense, nieto de un industrial de éxito e hijo de un funcionario de la OTAN, crecido entre Londres, París y Bruselas, educado durante un par de años en Suiza... Hasta que, a los 18 años, tuvo una crisis nerviosa y un psiquiatra le diagnosticó esquizofrenia.
Probablemente, fue un diagnóstico equivocado. Los que lo conocen, aseguran el 'Financial Times', dan por hecho que su caso es el de un enfermo de trastorno bipolar 'manchado' del trastorno de déficit de atención e hiperactividad.
Landis pasó 18 meses ingresado. Después, se fue a Chicago, estudió fotografía; se instaló en San Francisco y empezó a trabajar como marchante de arte. No le fue mal, pero no logró establecerse definitivamente en la ciudad. En 15 años, se mudó 16 veces, que no es un comportamiento del todo extraño en los enfermos mentales.
Y todo, para terminar viviendo en la ciudad de su madre, Laurel City, en Missisippi, la ciudad en la que Tennessee Williams hizo nacer a Blanche DuBois, la protagonista de 'Un tranvía llamado deseo'. Por cierto que Landis eligió el museo local para 'colar' la primera de sus falsificaciones.
Y allí está Landis, escondido, pero no del todo, en un apartamento de la ciudad, con un cadillac rojo aparcado en la puerta. El mismo cadillac que conducía el Padre Arthur. Landis no abre la puerta a los extraños pero termina por devolver las llamadas. No hay nada que reprochare legalmente, ya que sus engaños no le han supuesto ningún lucro ni han lesionado el patrimonio de nadie.
Eso hizo con el periodista del 'Financial Times'. Y le contó que sus jugarretas tenían el fin de... honrar a sus padres muertos.
"Cuando Papá murió quedé desolado. Y cuando Mamá murió... No sé si llegaré a superarlo nunca. Me gustaría abrir un meseo con su nombre, pero no soy millonario para hacerlo. Hay gente [con dinero] que consigue colgar los retratos de sus seres queridos ¿verdad? Lo de los mausoleos es otra cosa, todo el mundo lo tiene. En cambio, un retrato sí que significa algo...".
De modo que Landis se consagró a ello.
¿Y lo del disfraz de jesuita? Según cuenta el 'Financial Times', Landis lo eligió en recuerdo de un antiguo maestro. Mucha gente se le ha acercado pidiendo consuelo o consejo en aeropuertos y hoteles. "Y yo les he ayudado".
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