Fotos de David Doubilet
En busca de flora más que de fauna, un nudibranquio del tamaño de un plato que “utiliza energía solar” –Phyllodesmium longicirrum– cultiva algas unicelulares zooxantelas dentro de su propio cuerpo. Alimentándose sobre un coral blando, Sarcophyton, el nudibranquio hurta células de alga y las acumula dentro de su sistema digestivo, con el que se llenan las apéndices llamadas ceratas, que tienen una forma de pala. En cuanto se almacena la captura de algas fotosintéticas debajo de la piel, ésta enciende la energía y produce nutrientes que pueden sustentar al nudibranquio por meses. Los mismos químicos que alimentan al animal también son exudados desde su piel como una capa protectora.
Como un viajero que comúnmente pide aventón, la gamba imperial (Periclimenes imperator) se alimenta –posiblemente sobre los desechos del mar o restos fecales de comida– justo donde su anfitrión, un Ceratosoma nudibranch ha colocado un conjunto de huevos. La gamba se beneficia de la relación, y gana un viaje que incluye alimentos, pero los científicos no saben si las babosas se benefician del comportamiento de limpieza de la gamba.
Un nudibranquio Ceratosoma parece atacar a un pequeño pez de la especie Petroscirtes variabilis. Pero esto no fue una mordida (los nudibranquios comen esponjas), sino una casualidad en la noche. Las babosas marinas se arrastran sobre cualquier cosa que se encuentre en su camino, y muchos peces que viven al fondo del mar toleran que crucen sobre ellos.
Con las apéndices sensoriales llamadas rhinóforos, que funcionan como una nariz para detectar señales químicas, y son parecidos a unos ojos abultados, una babosa Euselenops luniceps nada libremente y aletea sus “alas” a través del mar oscuro. Aunque poseen las herramientas para viajar en el mar abierto, este animal, un pariente cercano de los nudibranquios, pasa la mayor parte de su vida enterrado en la arena.
Un cuarteto de nudibranquios Risbecia tryoni muestra los principios del comportamiento de arrastrarse, en el cual los animales siguen las huellas de baba de otro nudibranquio, cada uno pegado a la cola del siguiente. (Con frecuencia ocurre en parejas). Los científicos alguna vez pensaron que este seguimiento estaba relacionado con el apareamiento, pero la evidencia es escasa; aún se desconoce el verdadero propósito
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