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Saturday, November 3, 2012

Conoce al primero que saltó desde la estratosfera

El salto de Solodovnik era una estrategia militar para probar un nuevo traje diseñado para que los aviadores pudiesen saltar desde alturas inconcebibles para aquella época.(El Comercio) En septiembre de 1939, mientras los alemanes invadían Polonia, un joven soviético de 24 años se dispuso a hacer historia a 10,000 metros de altura. Se llamaba Jakov Solodovnik y en pocos minutos iba a convertirse en el primer hombre en saltar al vacío desde la estratosfera, esa capa situada entre los 10 y los 50 kilómetros por encima del suelo. Al contrario que el atleta austriaco Felix Baumgartner, cuya hazaña fue seguida la semana pasada por millones de personas en todo el mundo, el gran salto de Solodovnik sucedió en una soledad total y su resultado fue silenciado por el régimen comunista. Aún hoy, su hazaña es prácticamente desconocida. El salto de Solodovnik era pura estrategia militar. Su objetivo era probar un nuevo traje presurizado diseñado para que los aviadores pudiesen saltar desde alturas inconcebibles para aquella época. En esos años, los aviones militares comenzaron a volar por la estratosfera, lo que les permitía pasar desapercibidos ante el enemigo y no ser alcanzados por las defensas antiaéreas. Pero un paracaidista saltando desde una altura de más de unos 4,000 metros podía morir asfixiado o aniquilado por el cambio brusco de presión, por no hablar de las gélidas temperaturas que experimentaría en la caída. El traje del joven lo tenía todo. Era un enterizo teñido de rojo chillón recubierto con piel de ardilla. Las botas, también forradas de piel hasta las rodillas, parecían las de un cazador del Oeste. Colgando del traje iban los balones de oxígeno que debía usar durante el descenso y los paracaídas que frenarían su caída. Por dentro: ropa interior térmica hecha de seda. Un casco de metacrilato con bandas de alambre electrificadas para evitar que se helase completaba una indumentaria que, en resumen, era el antecedente de los trajes presurizados que usarían los cosmonautas soviéticos años después. Silencio y oscuridad Las pruebas de septiembre se habían planeado a toda prisa ante la inminencia de una guerra total. Un mes antes, Solodovnik casi se asfixió probando el traje en tierra, porque el sistema para abrir la espita del oxígeno no funcionó. Su compañero en la misión no soportó el entrenamiento y se retiró del programa. “Estoy rodeado de silencio y oscuridad salvo por la fina franja de luz entre las dos puertas del avión. Al otro lado hay un abismo de 10,000 metros que me separa de mi madre patria”, escribió Solodovnik en un artículo publicado en la revista Juventud Tecnológica casi cuatro décadas después, cuando el silencio oficial que pesaba sobre su misión quedó olvidado. Tras una ascensión de casi una hora, todo estaba listo para la prueba definitiva. A 10,200 metros la compuerta del avión se abrió y Solodovnik se asomó para ver el suelo. “Me suelto del avión y me dejo caer. Siento que el estómago se me retuerce como un sacacorchos. La velocidad aumenta muy rápidamente y a esta altura alcanza los 100 metros por segundo”, rememoraba el piloto. Pocos segundos después se le congeló el visor y le dejó casi ciego. Al igual que le sucedió a Baugmantner, el saltador soviético comenzó a dar vueltas sin control. El traje presurizado se hinchó como un globo, tanto que su mano no alcanzaba la anilla para abrir el paracaídas. Además, la ropa interior de seda se le había enrollado en el brazo convirtiéndose en una atadura. La travesía De origen judío, Solodovnik quería ser piloto de pruebas, pero había sido asignado a aviones aburridos en los que no había retos para el joven. “Veía en la caída libre una forma de avanzar en su carrera”, relató su sobrina nieta, Masha Gessen, al International Herald Tribune. Aquel día de septiembre Solodovnik logró alcanzar la anilla. El paracaídas se abrió y el joven gritó de dolor por el fuerte tirón. Minutos después ya estaba en tierra y una campesina le miraba sin dar crédito a lo que veían sus ojos. Salió huyendo antes de que aquel hombre caído del cielo, con escafandra y traje rojo, pudiese decir nada. Solodovnik tardó en poder quitarse el casco, desabrocharse los correajes y desgarrar su ropa interior hasta quedar con el pecho al aire, jadeando. Después rebuscó en sus bolsillos, se encendió un cigarrillo y miró al cielo azul mientras esperaba a que vinieran a recogerle. Cuarenta años después, el paracaidista escribió que volar a 10,000 metros era ya algo corriente hasta para los aviones de pasajeros y su traje peludo y rojo se había convertido en “una pieza de museo”. Pero también recordaba que, aunque “los trajes actuales permiten a los astronautas viajar a cientos de kilómetros de la Tierra, todo comenzó con un primer traje muy aparatoso”. La información fue publicada en el portal de noticias Agencia Materia.

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Pensamiento de hoy

febrero, 2008
Aprender sin pensar es tiempo perdido, pensar sin aprender es peligroso.
Confucio, filósofo chino.


"No hay viento favorable para el que no sabe a dónde va" (Séneca)

Camuflaje OVNI

Copyright

En nuestro mundo, una de las facultades que más nos asombra del mundo animal es la llamada mimetismo. Esta es la capacidad de los organismos vivos para pasar inadvertidos para los depredadores. Las variantes son múltiples, desde cambiar el color del pelaje, confundiéndose con su medio, hasta el de adquirir las formas de su entorno, incluso cuando nosotros mismos observamos el comportamiento de animales de nuestro interés, utilizamos el recurso del camuflaje. En la guerra la invisibilidad es una premisa, es por eso que la nación que logre duplicar el camuflaje OVNI obtendrá todas las ventajas sobre su enemigo. Actualmente existen naves invisibles, por lo menos para el radar, como el llamado Stealth Fighter, que por su diseño y pintura especial pasa inadvertido para los radares.

Einstein, en una de sus teorías afirmaba que mediante procesos magnéticos haciendo vibrar un objeto, esté podría desplazar el espectro electromagnético visible que despiden los objetos haciéndolos completamente indistinguibles para el ojo humano. Teoría que se probaría en el tristemente célebre experimento Filadelfia en 1947, con repercusiones bastante lamentables.

Los rayos infrarrojos y ultravioleta están por encima y por debajo, respectivamente, del espectro visible para el ojo humano. Para que una frecuencia infrarroja pueda ser perceptible son necesarios elementos ópticos y tecnológicos de los que carece el ojo humano, sin embargo, un ejemplo claro para poder realizarlo en nuestro hogar, basta colocar un telemando frente a una cámara de video y observarlo en el monitor de televisión.

Esto explicaría cómo aparece y cómo queda registrado en un video un OVNI, cuando al realizar la grabación éste no se observa y ni siquiera es el centro de atención. No obstante, este fenómeno también se produce en negativos fotográficos aun cuando este proceso (óptico químico) es diferente al video. Dando una idea de que si nuestras percepciones físicas no pueden detectar estos avistamientos, sí se cuenta con elementos para poder observarlos.

Otro tipo de camuflaje OVNI (al menos físico y visible), sería el de adoptar las formas del entorno atmosférico, en este caso nubes. Se han registrado avistamientos donde los observadores de estos fenómenos, ven claramente cómo las nubes tienen movimientos caprichosos en el cielo. Estos movimientos por cierto muy semejantes a los observados a través de la historia, donde incluso algunos casos se observan bajar entidades de las mismas.

Por otra parte, la misma maniobrabilidad de algunos OVNI´s hacen que pasen desapercibidos para algunos instrumentos de detección, esto como es de suponerse, sólo es necesario hallarse fuera del campo que cubre un radar, colocándose por encima o por debajo para pasar inadvertido. En medio de estos parámetros explicativos queda otra interrogativa, ¿se pueden ver o fotografiar entidades que se desarrollan en un plano de tres dimensiones? No, no se puede, ya que no obedecen las leyes físicas y ópticas del mismo comportamiento que conocemos, haciendo imposible dejar constancia en una placa o en un video, al menos con la óptica terrestre tal y como la conocemos.

Como se podrá deducir entonces, el hecho de que observemos OVNI´s en el cielo, sólo puede tratarse de un acto consciente de ser observados y enterarnos que allá arriba está sucediendo algo.