Método Fácil Para Fabricar en la Luna Espejos de Telescopio Mayores Que los de la Tierra
Unos científicos que trabajan en el Centro Goddard de Vuelos Espaciales de la NASA, en Greenbelt, Maryland, han ideado una receta innovadora para construir espejos gigantes de telescopios en la Luna. Según esa receta, para fabricar allí un espejo mucho mayor que cualquier otro sobre la Tierra se necesitaría un poco de carbono, algo de resina epoxídica y mucho polvo lunar.
De este modo, sería posible, y de manera bastante fácil, fabricar grandes telescopios en la Luna y evitar el gran gasto de transportarlos desde la Tierra. Dado que la mayoría de los materiales ya están allí en forma de polvo, no se tendrían que llevar hasta allá, y eso ahorraría mucho dinero.
Durante años, Peter Chen, de la NASA, ha estado trabajando con materiales compuestos de fibra de carbono para producir espejos de telescopios de calidad superior. Pero Chen y sus colegas decidieron intentar un experimento relacionado con los compuestos de fibras de carbono. Cuando mezclaron pequeñas cantidades de nanotubos de carbono y resina epoxídica (material similar a un pegamento) con rocas trituradas que tienen la misma composición y tamaño de los granos que el polvo lunar, para su sorpresa descubrieron que habían creado un material muy fuerte, con la consistencia del hormigón. Este material puede ser usado en lugar del vidrio para hacer los espejos.
Entonces aplicaron capas adicionales de resina epoxídica y dieron forma al material a la temperatura ambiente. El resultado fue un espejo en bruto de 30 centímetros con la forma de un espejo para telescopios. Todo esto se logró con el mínimo de esfuerzo y costo.
Después de eso, todo lo que necesitaron hacer los investigadores fue recubrir el espejo original con una pequeña cantidad de aluminio, y obtuvieron uno perfeccionado, con gran poder reflectante, apto para su uso en un telescopio.
Según Chen y sus colegas, este método podría ser adaptado con facilidad para fabricar espejos de tamaño mayor en la Luna, usando el ubicuo polvo lunar. Gracias a ello, sería viable construir espejos para telescopios de 50 metros de diámetro. Tal observatorio empequeñecería al actual telescopio óptico más grande del mundo: el Gran Telescopio de las Islas Canarias, de 10,4 metros de diámetro.
Las capacidades de un telescopio de 50 metros de diámetro operando en la Luna permitirían proezas científicas asombrosas. Con una plataforma estable y sin atmósfera que absorbiera o distorsionara la luz de las estrellas, el colosal telescopio podría captar los espectros de los planetas de tipo terrestre en otros sistemas solares y descubrir en ellos biomarcadores atmosféricos. Dos o más de tales telescopios repartidos por la superficie de la Luna podrían operar de modo conjunto para tomar imágenes directas de los planetas semejantes a la Tierra alrededor de otras estrellas, y detectar posibles variaciones del brillo provocadas por la alternancia entre océanos y continentes al girar el astro sobre sí mismo. Entre otros muchos proyectos, podrían hacerse observaciones detalladas de las galaxias a varias distancias, para ver cómo evolucionó el universo.
Información adicional en: http://www.nasa.gov/centers/goddard/news/topstory/2008/lunar_telescopes.html
Muestras de rocas lunares traídas por las misiones 'Apollo'. (Foto: Nature)
Descubren agua en rocas lunares recogidas por las misiones 'Apollo'
El hallazgo ha sido posible casi 40 años después gracias a técnicas actuales
Se han estudiado muestras verdes y naranjas traídas por varias tripulaciones
Los expertos tendrán que replantearse la teoría sobre el origen del satélite
"Te lo dije, ¡es verde!". Todo el mundo recuerda el "pequeño paso" de Armstrong, pero, desde el punto de vista científico, el momento culminante del programa 'Apollo' fue quizás esta exclamación.
Los astronautas David Scott y James Irwin se encontraban frente a un material lunar que, según había quedado de manifiesto tras una pequeña discusión, era de color verde.
Casi 40 años después, y gracias a nuevas técnicas de análisis, los expertos se han topado con otra gran sorpresa al estudiar éstas y otras muestras similares traídas desde nuestro satélite: en su interior hay agua.
El hallazgo, presentado en la revista 'Nature', contradice la idea mantenida hasta ahora de que la Luna es un lugar prácticamente desprovisto de agua y otros compuestos volátiles, y podría poner en entredicho algunos aspectos de la actual teoría de la formación del satélite, según la cual éste nació como consecuencia de un choque entre la Tierra y un planetoide del tamaño de Marte.
Las rocas estudiadas son cristales de origen volcánico y de colores verdosos o anaranjados, recogidos por los astronautas de la NASA durante las misiones 'Apollo 11' (julio de 1969),'Apollo 15' (julio de 1971) y 'Apollo 17' (diciembre de 1972).
Los nuevos análisis, realizados con un tipo de espectrometría de masas que no existía en los tiempos del 'Apollo', han revelado que los cristales guardan en su interior alrededor de 46 partes por millón de agua. Los científicos estiman que, originalmente, había unas 750 partes por millón de agua en el magma antes de que las erupciones lo expulsaran del interior de la Luna.
Esta cantidad es demasiado pequeña para el alcance de los instrumentos tradicionales, pero significativa a la hora de replantearse el origen de la Luna, ya que los modelos actuales establecían que todo el hidrógeno -y, por tanto, toda el agua- se habría volatilizado por completo tras la gran colisión que dio lugar al material que formó la Luna, hace unos 4.500 millones de años.
El nuevo análisis sugiere que el agua procede del interior de la Luna y escapó mediante erupciones volcánicas hace unos 3.000 millones de años. La presencia de estas moléculas tiene dos posibles explicaciones, según apuntan los investigadores: o había agua en la Tierra antes de la gran colisión y no se evaporó del todo, de forma que los actuales modelos fallan, o bien llegó hasta la Luna primigenia a través de meteoritos que chocaron con ella.
El descubrimiento sugiere también que aún debería quedar agua enterrada bajo la superficie lunar. "Lo mas seguro es que parte del sólido que forma el interior de la Luna (manto lunar) tiene que tener agua disuelta. Lo que no sabemos es cuál es la distribución (cuán homogénea es la concentración) y, desde luego, cuánto hay de agua en las rocas del manto lunar", según apunta a elmundo.es Alberto Saal, científico de la Universidad de Brown (Rhode Island, EEUU) y principal autor de la investigación.
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