
No siempre mis entradas se derivan de experiencias que he tenido en el ciberespacio (aunque son la mayor parte), hay algunas que son resultado de interacciones con personas y situaciones reales, en espacios reales, en tiempo real. Y me explico mejor: No es que las experiencias en el ciberespacio sean falsas, o que se deriven de personas falsas o ficticias. Lo que quiero separar es el tipo de interacción impersonal que representa este medio cibernético, de las experiencias personales que no dependen de una interfaz como el teclado, la pantalla, el cpu y el WiFi.
En esta ocasión la entrada se refiere a una experiencia real que tuve la oportunidad de presenciar. Por situaciones que no vale la pena mencionar, fui invitado a una sesión de meditación guiada por una especie de "maestro". Y si asistí fue por solidaridad con una persona a quien quiero mucho de verdad. Yo no hubiese tenido la intención de explorar esa experiencia por deseo, iniciativa o curiosidad. Pero ya estando ahí aproveché para preparar una serie de reflexiones racionales (eso espero) sobre este asunto.
El esquema
La sesión de meditación se lleva a cabo en el patio de la casa del "maestro", en el que se colocan unas 50 sillas de plástico (curiosamente cortesía de Cerveza Sol y Cocacola). Se cita a las 7 de la noche pero la mayoría de la gente llega con suficiente anticipación. En la entrada un hombre sonriente saluda a los "meditabundos" con una amplia sonrisa, haciendo con la mano la señal del pulgar hacia arriba y diciendo en voz alta algo así como "¡Bienestar, salud y éxito por siempre!".
Antes de entrar se pide a los meditabundos (especialmente a los "nuevos", como su seguro servidor) que lean una especie de "oración" que está escrita en una cartulina a la entrada de la propiedad, y que empieza con algo así como "Gracias te doy padre por dejarme entrar a tu templo de sabiduría...". Antes de que me lo pidieran ya había leido los primeros renglones, más por curiosidad que por otra razón, pero antes de entrar el sonriente hombre me preguntó si ya había leído la oración completa. Mentí, lo admito, pues dije que sí y pasé al templo.
Al frente de las sillas colocadas en 4 hileras había una pizarra de acrílico blanco con un texto escrito en rojo que hablaba de la separación entre dios y el hombre. En uno de los muros laterales había otra cartulina que contenía una leyenda que rezaba "Los 12 rectores planetarios" seguida de algunos nombres propios como Miguel, Samael, etc. Lo curioso es que al final de la lista de esos nombres estaban los de Jesucristo, Pitágoras, Albert Einstein, y Saint Germain. Había además, distribuídos por todo el patio, un número importante de vasos de plástico desechable con agua en su interior.
Para no llamar tanto la atención, me senté en la fila de atrás, en un extremo. Mi acompañante se sentó a mi lado junto con algunos de sus conocidos. A cada uno de los asistentes se nos dio uno de esos vasos sin decir para qué serían usados. Yo supuse que el objetivo era calmar la sed de los meditabundos y me tomé algunos tragos.
El proceso
No aburriré a la amable concurrencia con todo lo que siguió y sólo haré un resumen. A eso de las 7:15 PM se presentó el "maestro" y saludó a cada uno de los meditabundos con un abrazo. Cuando me tocó el turno me dijo "tu espíritu es fuerte y ha recorrido un camino muy largo a través de los tiempos"; yo sólo respondí "buenas noches". Después del abrazante ritual dió inicio con una especie de oración que todos debíamos repetir (yo no la repetí, pero admito que tampoco hice el intento de aprendermela o de recordar algo). Acto seguido explicó brevemente el texto de la pizarra y develó que ese texto le había sido "canalizado" por los maestros ascendidos. Dejó ver que él es una especie de transmisor del mensaje de paz y amor de estos maestros y que ese mensaje tenía el objetivo de preparar a la humanidad para "el cambio" que vendrá.
Hasta este momento no vi ni presencié nada extraordinario. Mucha gente piensa que en verdad puede comunicarse con los espíritus o que éstos le dictan mensajes de "buena onda" y esta no parecía ser otra cosa. En un momento dado dijo que haríamos un brindis con el agua de los vasitos (a esas horas ya me había bebido totalmente el agua que me habían dado, así que pedí a mi acompañante que compartiera conmigo un poco de la suya). Aquí fue donde la cosa se puso bastante bizzarra. Antes de brindar el maestro dijo que había que bendecir el agua (no problem), que había que pensar que el agua nos haría un bien (no problem), que nos sanaría el ADN (bueno, bueno... si no estuviese sano el ADN de mis células vivas no podría haber estado allí), y que para ello había que bendecir el ADN del agua. Repito: bendecir el ADN del agua.
La gente sin chistar bendijo el ADN del agua. Y yo me pregunté para mis adentros ¿acaso sabrá esta gente lo que es el Ácido Desoxirribonucléico? ¿Acaso no fueron a la escuela y les enseñaron lo que significa las siglas ADN? ¿Acaso no saben que el agua, al ser un elemento inerte, sin vida, NO TIENE ADN?
Saludos desde el espacio entre el cero y el uno
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