Ahora que el tema de la escasez de alimentos inquieta a muchos, muchos países se dan cuenta de la gran importancia que puede tener el regadío. Un equipo cuya labor está financiada con fondos comunitarios se ha reunido para evaluar la forma en la que se pueden utilizar las imágenes por satélite no sólo para utilizar con más eficiencia el agua, sino también para aumentar al mismo tiempo la producción agrícola.
CORDIS
Investigadores de Europa, el norte de África y Norteamérica han utilizado el satélite FORMOSAT-2 para observar dos regiones agrícolas: la Llanura de Tensift, en los alrededores de Marrakech (Marruecos), y el Valle del Yaqui, en el estado mexicano de Sonora. Hasta ahora han identificado una serie de beneficios de los que pueden aprovecharse los agricultores locales. En estas zonas agrícolas, los cereales de regadío, los árboles frutales y las hortalizas se cultivan en varios miles de kilómetros cuadrados.
Desde su privilegiada posición en el espacio, el satélite FORMOSAT-2 ofrece a los agricultores una perspectiva extraordinaria de las prácticas agrícolas, perspectiva que puede propiciar un enorme ahorro de agua.
Según los datos más recientes de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), cada año se utilizan 2.500 kilómetros cúbicos de agua para la producción agrícola. Esta cantidad representa un 70% de los recursos hídricos utilizados por el ser humano cada año. Si tenemos en cuenta que la población mundial seguirá creciendo a gran velocidad, es fundamental optimizar el consumo de los recursos hídricos y aumentar la producción agrícola para poder alimentar a una población mundial de 8.000 millones, como se prevé para el año 2030.
Los científicos han utilizado hasta ahora las observaciones satelitales de teledetección para mejorar el equilibrio hídrico y la evaluación del rendimiento agrícola a grandes escalas geográficas. Los sistemas de información geográfica (SIG) permiten a los especialistas visualizar y comprender datos de tal manera que revelan las relaciones, los patrones y las tendencias que se producen en el suelo.
El poder disponer de acceso a la tecnología del satélite FORMOSAT-2 ha permitido a los investigadores obtener información detallada e ininterrumpida del crecimiento de las cosechas. De esta forma, son capaces de entender y mejorar las evaluaciones del rendimiento, así como de desarrollar los modelos de la transferencia del agua entre el suelo, la vegetación y la atmósfera.
La teledetección y los SIG son útiles para mejorar la conservación del suelo y del agua. Las tecnologías de SIG ya las usan diversos especialistas de todo el mundo para analizar embalses y dar prioridad a micro cuencas para su conservación basándose en parámetros morfométricos. También se utilizan en los nuevos Estados miembros de la UE para adecuar sus infraestructuras hídricas a la normativa europea.
El equipo de investigación es capaz de demostrar el potencial de esta nueva técnica de imagen en virtud de su elevada resolución espacio-temporal. El satélite FORMOSAT-2 cuenta con una resolución espacial de dos metros en blanco y negro, y ocho metros en color. Su capacidad de percepción del color le permite ofrecer información detallada para la representación de las aguas poco profundas y distinguir entre la tierra desnuda y la vegetación, así como representar bosques, identificar cultivos y hacer correcciones atmosféricas.
Su investigación en la zona de cultivo de trigo de Marruecos, por ejemplo, demostró que la evaporación de la cubierta vegetal, el principal factor de la pérdida de agua, podría evaluarse con un margen de error de entre el 10 y el 20%. El aumento del rendimiento también podrían estimarse con una exactitud de cerca del 25% a escala parcelaria.
El satélite FORMOSAT-2, aunque es empleado por la Organización Espacial Nacional de Taiwán (NSPO), fue diseñado en Europa y construido por EADS-Astrium. Es el primer y el único satélite de alta resolución dotado de capacidad de revisión diaria. La capacidad de adquirir cada día imágenes repetidas de un área de interés, con el mismo sensor, desde el mismo ángulo y bajo las mismas condiciones de luz, garantiza un flujo constante de datos compatibles.
Esta última investigación la realizó un equipo del «Instituto de investigación para el desarrollo» (IRD) del Centro de estudios espaciales de la biosfera (CESBIO) en Toulouse (Francia). El trabajo formó parte de los programas SudMed y MedMex del IRD-CESBIO, junto con la Facultad de Ciencias de Semlalia de Marrakech (Marruecos), la Oficina Regional del Desarrollo Agrícola de Haouz (Marruecos) y la Universidad e Instituto Tecnológico de Sonora (México).
La «Cooperación Universitaria Franco-Marroquí» y los programas espaciales franceses INSU Y CNES también han apoyado financieramente el proyecto
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