Estructura del cerebro fósil. (Foto: PNAS/Philippe Janvier (CNRS, Museum National d'Histoire Naturelle)
(NC&T) Como muchos descubrimientos científicos, éste se hizo por casualidad. El equipo del Museo Nacional de Historia Natural en París (MNHN), el ESFR, y el Museo Americano de Historia Natural en Nueva York, estaban usando el sincrotrón para estudiar el cráneo de cierto pez extinto, un pariente de los tiburones, que solía vivir cerca de la costa marina, en aguas poco profundas y en el fondo cenagoso. No era mayor de 50 centímetros. El cráneo analizado es uno de los pocos que ha mantenido sus tres dimensiones. La mayoría de ellos se han encontrado aplastados.
Los científicos emplearon la técnica de microtomografía de absorción para estudiar diferentes muestras. Una muestra que provenía de Kansas, Estados Unidos, reveló una estructura peculiar: Ésta era más densa que la matriz circundante que llenaba la caja craneal, y que está hecha de calcita cristalina. Con el fin de de elucidar su estructura en detalle, decidieron emplear una segunda técnica, la holotomografía de rayos X. Asombrosamente, los análisis mostraron un objeto simétrico y alargado en la misma posición que hubiera ocupado el cerebro. La reconstrucción 3D mostró diferentes partes del cerebro, como por ejemplo el cerebelo.
Los análisis posteriores han desvelado que en el área donde esta estructura similar al cerebro alcanza la superficie de la muestra, se detecta una alta concentración de fosfato de calcio, mientras que la matriz que la rodea es casi carbonato de calcio puro.
La mineralización de este cerebro, según Alan Pradel (del MNHN), el autor principal del estudio, se debió a la presencia de bacterias que cubrieron el cerebro poco antes de que comenzara a descomponerse, e indujeron su fosfatización.
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