Antú (Sol), Kueyén (Luna), Melipal (Cruz del Sur) y Yepún (Venus) son los nombres en idioma mapuche de los cuatro grandes telescopios del VLT, el mayor conjunto de telescopios óptico-infrarrojos del mundo.
Según Bruno Leibundgut, Director de Ciencia del ESO, “muchos de los astrónomos de la generación actual se formaron en La Silla, donde adquirieron su primera experiencia en los que entonces se consideraban grandes telescopios”. Dos de estos telescopios de la llamada clase de cuatro metros, el ya mencionado 3,6, y el de 3,5 m NTT (New Technology Telescope, Telescopio de Nueva Tecnología, operativo en 1989), son algunos de los más científicamente productivos en el panorama de la investigación astronómica de hoy en día, gracias en especial al uso de una instrumentación continuamente renovada.
En el caso del NTT, fue el primer telescopio del mundo con óptica activa, que consiste en que la forma del espejo primario se controla con actuadores servomecánicos gobernados por ordenador. Se trata de una tecnología de uso común e imprescindible en los telescopios gigantes del siglo XXI. Y respecto al veterano 3,6 m, en la actualidad alberga un espectrógrafo de enorme precisión denominado HARPS, que se dedica a la búsqueda de planetas extrasolares. Precisamente con este instrumento fue descubierto en 2007 el que pudiera ser un candidato a planeta extrasolar de tipo rocoso en una zona habitable en torno a su estrella madre, Gliese 581, a sólo 20 años luz del Sol.
En La Silla se han realizado un gran número de descubrimientos relevantes como el mencionado de Gliese 581. Por poner algunos ejemplos más, fueron también telescopios de este observatorio los que jugaron un papel fundamental en el hallazgo de la expansión acelerada del Universo en 1998, o en establecer la conexión entre los destellos de rayos gamma (GRB) y las explosiones de estrellas muy masivas. Igualmente La Silla ha tenido una labor destacada en el seguimiento desde 1987 y hasta ahora de la evolución de la famosa supernova 1987A en la Gran Nube de Magallanes, la supernova más cercana a la Tierra desde la de 1604.
Sin embargo, el desarrollo tecnológico y la necesidad de los astrónomos de ver objetos cada vez más lejanos, débiles y con mayor detalle hizo que el ESO se plantease la construcción de un Telescopio Muy Grande –nombre nada imaginativo para el Very Large Telescope, VLT– a finales de los años 80. Compuesto de cuatro telescopios con espejos primarios de 8,2 metros de diámetro capaces de funcionar de manera simultánea por interferometría óptica, este colosal instrumento necesitaba un sitio mayor que La Silla, que no disponía de espacio material para albergar una infraestructura de ese tamaño. Así, tras una extensa campaña de prospección, en diciembre de 1990 se escogió Cerro Paranal –una montaña de 2.635 metros de altura a 130 km al sur de la ciudad de Antogafasta– como el hogar del VLT.
El desarrollo de un observatorio de nueva planta con toda su logística asociada en un lugar remoto en medio del desierto es algo complicado, por no mencionar las dificultades inherentes a poner en marcha telescopios de más de ocho metros de abertura, toda una revolución en la astronomía de entonces. La “primera luz” del primer telescopio del VLT tuvo lugar en mayo de 1998, la de los otros tres en 1999 y 2000. Es bonito reseñar los nombres que recibieron los cuatro telescopios en un concurso realizado por el ESO entre escolares chilenos, y que ganó una joven de diecisiete años que los bautizó con nombres astronómicos en idioma mapuche: Antú (Sol), Kueyén (Luna), Melipal (Cruz del Sur) y Yepún (Venus).
Junto con estos cuatro gigantes de 8,2 metros, el VLT dispone asimismo de otros cuatro pequeños telescopios auxiliares móviles de 1,8 metros de abertura capaces de desplazarse sobre raíles en los alrededores de los telescopios grandes para, junto con éstos, poder hacer interferometría con una resolución espacial máxima. Estos telescopios auxiliares se pueden colocar con extrema precisión en diferentes puntos de la plataforma de observación del VLT, y desde estas posiciones enviar sus haces de luz a un punto común a través de un complejo sistema de espejos montados en una red de túneles subterráneos.
Los últimos telescopios que funcionarán en breve en Paranal serán el VST, de 2,4 m de diámetro, y el VISTA, de 4,1 m, cuyos amplios campos de visión permitirán examinar áreas extensas del cielo de manera uniforme, y que complementarán las ya de por sí extraordinarias capacidades del VLT, que lo convierten en el telescopio más avanzado del mundo.
No comments:
Post a Comment