

En las Bermudas, archipiélago volcánico rodeado de fondos oceánicos profundos, también se han recogido diversos testimonios que señalan la existencia de un animal parecido al Lusca.
En 1969, dos submarinistas observaron una especie de pulpo o medusa pulsátil de quince metros de diámetro y entre veinte y treinta de longitud.
En 1984, John P. Ingham, un pescador de crustáceos, perdió dos nasas (trampas enrejadas que se usan para atrapar con cebos) de varios metros cúbicos llenas de cangrejos del género Geryon a unos novecientos metros de profundidad. Poco después, estuvo a punto de perder una tercera nasa: un gran animal, que el sonar identificó como una masa piramidal de 15 metros de altura, remolcó el barco, que tenía 15 metros de eslora, durante varios cientos de metros a dos kilómetros por hora.
En 1985, el mismo pescador observó un pulpo gigante agarrado a una de sus nasas y le pudo cortar un fragmento de veinte kilos de su cane, de consistencia gelatinosa.
En 1988 apareció en la playa de Mangrove Bay una masa de colágeno inodora de 2,4 metros de longitud, con la consistencia del caucho, similar a la del cadáver de Saint Augustine. Los análisis realizados indican que no eran los restos de un mamífero marino.
Se trata seguramente de un animal diferente del Lusca, puesto que el hábitat también es diferente. Las Bermudas se encuentran separadas de las Bahamas por la llanura abisal de Hatteras, de más de cuatro mil metros de profundidad, una barrera infranqueable para los animales bentónicos como los pulpos.
Se ha propuesto para esta especie el nombre de Geryonoctopus inghami.
Tanto el aspecto gelatinoso como el movimiento pulsátil que se han observado son comunes en varias familias de pulpos.
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