Ejemplo de la variación en el tamaño de los huevos del papamoscas cerrojillo. (Foto: CSIC)
MADRID.- De los efectos del cambio climático se ha dicho de todo. En los últimos años hemos sido víctimas de un aumento alarmante de las temperaturas, de graves sequías, de desajustes en las estaciones y hasta de elevados aumentos de tormentas, huracanes e inundaciones.
Pero todos estos fenómenos, aunque son evidentemente graves, resultan bastante conocidos, incluso 'comunes' según algunos científicos. Lo que nunca hubiésemos podido imaginar es que los cambios ambientales pudieran tener repercusión en el tamaño de los huevos que ponen las aves. Pero esto sí puede suceder.
El investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Jaime Potti ha descubierto que el tamaño de los huevos del papamoscas cerrojillo ('Ficedula hypoleuca'), un ave forestal migratoria, ha disminuido paulatinamente en los últimos 16 años debido al aumento de temperaturas a causa del cambio climático.
El trabajo, que se ha basado en mediciones de más de 6.000 huevos de cerca de 1.300 puestas, corrobora este extraordinario hecho, dado que en las aves insectívoras existe una relación positiva entre las temperaturas que experimentan las hembras durante la formación de los huevos y el tamaño de éstos.
Las temperaturas medias del mes de mayo, la época de puesta de huevos, han aumentado 0,11º C por año desde 1980 en La Hiruela, en la sierra de Madrid, el área donde se ha realizado el estudio.
"El aumento de las temperaturas en las últimas décadas podría ser potencialmente beneficioso para la formación de los huevos en las aves insectívoras, puesto que los insectos que les sirven de alimento a estas aves suelen ser más activos y abundantes en regiones y en épocas cálidas", explica Potti. "Sin embargo, esta cuestión no parece ser tan sencilla", añade el científico.
La contradicción entre ambas tendencias térmicas que afectan al tamaño de los huevos podría explicarse por el desajuste entre la llegada del papamoscas, que pasa el invierno en el África subsahariana, y el adelanto de la primavera en la sierra madrileña.
Un ave de costumbres
La hipótesis del investigador del CSIC es que el papamoscas, al contrario que otras aves migratorias como las golondrinas, no ha adaptado la fecha de sus migraciones al adelanto de la primavera, por lo que acaban criando en épocas que no son las óptimas.
"Los pájaros parecen estar criando en épocas subóptimas, tanto para el crecimiento de los pollos, como para la formación de los huevos que realizan las hembras, que probablemente no encuentran alimento de la calidad o cantidad necesarias para formar huevos de mayor tamaño, incluso en las épocas más cálidas, cuando más alimento disponible hay", comenta Potti.
Este hecho provoca, según las conclusiones del estudio que se publica en el último número de la revista 'Acta Oecologica: International Journal of Ecology', que se generen huevos de menor volumen con una probabilidad menor de eclosionar, lo que ha contribuido al descenso del éxito reproductivo de la población en las dos últimas décadas.
El papamoscas cerrojillo fue elegido para el estudio porque es una especie que Potti ha estudiado de forma casi ininterrumpida desde hace 23 años en la sierra madrileña. Esta, que habita en los bosques, prefiere nidos artificiales para la reproducción, lo que facilita su seguimiento.
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