Los pulgones usan genes bacterianos procedentes de bacterias ancestrales para poder mantener a una bacteria simbiótica.
La mayoría de los áfidos, insectos chupadores de savia generalmente conocidos como pulgones y el azote de los jardineros, contienen dentro de sus cuerpos bacterias simbióticas. Estas bacterias viven dentro de células especializadas llamadas bacteriocitos y son vitales para los áfidos al proporcionar aminoácidos esenciales que son escasos en la dieta de los pulgones. Algunas especies tienen como simbionte a la bacteria Buchnera aphidicola. Hace algún tiempo se descubrió que el genoma de estas bacterias era de los más pequeños del mundo biológico.
Ahora unos científicos sugieren que la habilidad de los áfidos para mantener estas bacterias depende de genes que el insecto adquirió en el pasado mediante transferencia genética horizontal (TGH) de esta especie de bacteria y de otras diferentes.
Atsushi Nakabachi del instituto RIKEN de Japón y sus colaboradores descubrieron previamente que dos conjuntos de secuencias de ARN mensajero del bacteriocito del pulgón del guisante (Acyrthosiphon pisum) que estaba codificado en el genoma del áfido eran muy similares a genes bacterianos.
Nakabachi y Naruo Nikoh de la Universidad Abierta de Japón analizaron estas secuencias de un modo completo y detallado gracias a experimentos RT-PCR que determinaron cuantitativamente los niveles de expresión genética en los bacteriocitos del insecto.
Las pruebas señalan a una TGH de bacterias al áfido. Además, los análisis filogenéticos muestran que estos genes provienen de otra bacteria distinta a la que ahora albergan los áfidos que estaría estrechamente emparentada con Wolbachia, un microorganismo simbiótico común que infecta a una alta proporción de insectos. La variedad de pulgones analizadas en el estudio está libre de Wolbachia o de bacterias similares, pero la transferencia genética puede ser un remanente de una infección de un pasado distante.
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