(NC&T) Las futuras perdidas de ozono por el lanzamiento no regulado de cohetes excederán las perdidas del mismo debido a los clorofluorocarbonos (o CFCs por sus siglas en inglés), un grupo de sustancias cuyos graves efectos nocivos condujeron en 1987 al Protocolo de Montreal, que supuso la prohibición de los productos químicos que destruyen el ozono.
El nuevo estudio proporciona un análisis sobre el futuro mercado de los lanzamientos espaciales, estimando la disminución de la capa de ozono con arreglo al crecimiento esperado de la industria espacial y a los efectos nocivos conocidos de los lanzamientos desde la Tierra usando cohetes de propulsión química.
El estudio ha sido realizado por Martin Ross y Manfred Peinemann, de la Aerospace Corporation en Los ángeles, Darin Toohey, de la Universidad de Colorado en Boulder, y Patrick Ross, de la Universidad Aeronáutica Embry-Riddle.
"A medida que el mercado del lanzamiento de cohetes crezca, también lo harán las emisiones que destruyen el ozono", advierte Toohey. "Si se dejan sin regular los lanzamientos de cohetes, para el año 2050 podrán producir más destrucción del ozono que la perpetrada por los CFCs en su día".
Dado que algunos proyectos espaciales propuestos requerirán frecuentes lanzamientos de grandes cohetes durante largos períodos de tiempo, el nuevo estudio vino motivado por el deseo de atraer la atención sobre el problema con la esperanza de que se realicen investigaciones adicionales.
La cantidad actual de lanzamientos de cohetes espaciales provoca una disminución de la capa de ozono en no más de unas centésimas de un 1 por ciento anualmente. Pero como la industria espacial crece y otros productos químicos que atacan la capa de ozono disminuyen en la estratosfera de la Tierra, es previsible que el problema de la disminución del ozono por el lanzamiento de cohetes pase a cobrar el protagonismo principal.
Actualmente, la pequeña flota de transbordadores espaciales de la NASA libera más substancias destructoras de la capa de ozono en la estratosfera que todo el uso anual de inhaladores médicos basados en los CFCs para tratar el asma y otras enfermedades en Estados Unidos y que se prohíben ahora. "El Protocolo de Montreal ha omitido a la industria espacial que podría haber sido incluida", señala Toohey.
Ross argumenta que aunque las agencias de ciencia estadounidenses gastaron millones de dólares para evaluar la pérdida potencial de ozono que producirá una flota hipotética de 500 aviones supersónicos (una flota que nunca se ha materializado) se ha hecho mucha menos investigación para conocer el alcance potencial de los efectos que la flota global existente de lanzadores espaciales podría tener sobre la capa de ozono.
Los lanzadores espaciales usados en el mundo utilizan una amplia variedad de propergoles, incluyendo sólidos, líquidos e híbridos. Ross advierte que debido a lo poco que hoy se sabe sobre la pérdida de ozono especifica que cada uno de esos propergoles ocasiona, se necesita realizar nuevos estudios que proporcionen los datos exigidos para guiar la posible regulación futura de los lanzamientos de cohetes, tanto comerciales como gubernamentales.
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