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Monday, October 27, 2008

PREOCUPACIÓN ENTRE LOS VITICULTORES



Racimo de uva afectado por una elevada radiación solar, que sin embargo permanece inmaduro. (Foto: Vicente Sotés)

El cambio climático amenaza al vino
Los enólogos ya han detectado impactos importantes en los caldos españoles

GUSTAVO CATALÁN DEUS

CÓRDOBA.- La uvas sí saben de cambio climático. Este cultivo que desde tiempos bíblicos acompaña al hombre resuelve la cuestión que estos días lanzaba Aznar y el presidente de la República Checa, Vaclav Klaus: ¿existe o no el cambio climático?

La respuesta la dan a viva voz los bodegueros de las 27 regiones vinícolas del planeta, que han emprendido hace años una lucha sin cuartel contra el calentamiento, que ya afecta gravemente a las cosechas y calidad de los vinos.

Un sector que cultiva ocho millones de hectáreas en el mundo, que produce la escalofriante cifra de 282 millones de hectolitros de vino, y que factura decenas de miles de millones de euros está claramente preocupado. Busca con tesón alternativas para adaptar las especies de uvas y las formas de cultivo a los impactos del cambio climático.

En España también ocurre lo mismo y Aznar que ha confesado su debilidad por el buen vino, debería de estar informado. En un reciente congreso de comunicación ambiental celebrado en Córdoba, organizado por la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa), se celebró una mesa redonda bajo el título Vino y cambio climático. Tres científicos pusieron sobre la mesa las alarmantes dificultades que está creando el calentamiento global en un cultivo que depende completamente del clima.

«La vendimia se ha adelantado de media 11 días en los últimos 20 años», afirma Pancho Campo, presidente de la Academia del Vino y del Congreso Mundial de Cambio Climático y Vino. Este experto, que acaba de ser nombrado el primer español Master of wine, asegura que ese acortamiento de la etapa de maduración de la uva provoca que cuando alcanza el grado alcohólico adecuado aún no ha madurado fenológicamente el fruto.

Como resultado sube el grado alcohólico y baja la acidez, que es precisamente lo que da al vino su poder de longevidad y la estabilidad microbiana. «Un vino de estas características tiene más riesgo de contaminarse microbianamente», señala.

Recuerda que, además, el cambio climático está modificando los patrones de las plagas del viñedo: bacterias, hongos y virus que el frío controlaba naturalmente empiezan a desconsolarse. Lo saben los vinateros de California, donde ha aparecido la enfermedad de Pierce, letal para la viñas. El contagio lo realiza la chicharra alas de cristal que ha saltado de Texas al norte de California gracias a la subida del termómetro.

«La añada no es otra cosa que la influencia de la meteorología en cada cosecha anual. Si cambia el clima la maduración de la uva se modifica y por tanto el vino», resume Vicente Sotés, catedrático de Viticultura de la Universidad Politécnica de Madrid y presidente del Grupo de Expertos en Medio Ambiente Vitícola y Cambio Climático.
Calor excesivo

Las previsiones que manejan los viticultores de esos ocho millones de hectáreas de viñedos son una subida de temperaturas de 2ºC antes de 2050, cifra en la franja moderada de los análisis del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) de la ONU. También habrá cambios en el régimen de lluvias, en el incremento de la frecuencia de fenómenos extremos meteorológicos, en la concentración de CO2 y en la radiación ultravioleta. El viñedo tendrá que resistir a la intemperie todos estos fenómenos o sucumbirá.

«Mientras tanto, los viticultores tendrán que adaptar sus cultivos a los cambios que vayan registrándose en su región: buscar la variedad adecuada ligada a la identidad del vino, evitar la maduración rápida, modificar con técnicas de cultivo el calor excesivo en el racimo, un uso distinto del riego y nuevos productos de tratamiento de la planta», señala Sotés.

Este experto descarta como método adecuado la deslocalización de los viñedos hacia zonas más septentrionales y de más altitud, puesto que en las montañas ya no queda terreno libre sin pendientes muy acusadas y ciertas variedades no funcionan en otros climas. Añade que un nuevo viñedo tarda mucho en ser maduro y producir.

Ahí es nada la que se les ha venido encima a los bodegueros con el cambio climático. «Más aún si quieren que sus caldos mantengan la calidad que lograron tras generaciones de esfuerzo y dedicación a los cultivos familiares», señala Fernando Zamora, profesor de la facultad de Enología de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona.

Este enólogo divide a la uva en sus tres componentes principales para hacer vino: la pulpa, de la que se obtiene el mosto; la piel, de la que viene el color y los taninos; y la semilla, que da también los taninos.

«Como el enólogo debe vendimiar cuando la pulpa madura, el resto de la uva está verde todavía y entonces el vino tiene sabores herbáceos, sin gracia». «El mercado pide color, taninos no amargos ni herbáceos ni astrigentes y poco grado alcohólico, y esto es precisamente lo que dan las uvas actuales», apostilla Zamora.

Aunque han sido prácticas indeseables y prohibidas hasta ahora, Zamora cree que se tendrá que recurrir a nuevas tecnologías como la de ósmosis inversa con membranas para rebajar el alcohol, y a la columna de intercambio catónico o la electrodiálisis para aumentar la acidez de los caldos.

«Ante el cambio climático, es necesaria una nueva cultura del vino», concluye Pancho Campo en una de esas frases que tanto disgustan a los antiecologistas. Se refiere a los cambios que habrá que introducir para adaptarse al calentamiento. Por ejemplo, en las botellas, que pesan y cuestan energéticamente. O en el tapón, puesto que los nuevos sintéticos gastan energía y se emiten CO2, mientras que el corcho natural lo absorbe... Así que, a plantar millones de alcornoques.

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Pensamiento de hoy

febrero, 2008
Aprender sin pensar es tiempo perdido, pensar sin aprender es peligroso.
Confucio, filósofo chino.


"No hay viento favorable para el que no sabe a dónde va" (Séneca)

Camuflaje OVNI

Copyright

En nuestro mundo, una de las facultades que más nos asombra del mundo animal es la llamada mimetismo. Esta es la capacidad de los organismos vivos para pasar inadvertidos para los depredadores. Las variantes son múltiples, desde cambiar el color del pelaje, confundiéndose con su medio, hasta el de adquirir las formas de su entorno, incluso cuando nosotros mismos observamos el comportamiento de animales de nuestro interés, utilizamos el recurso del camuflaje. En la guerra la invisibilidad es una premisa, es por eso que la nación que logre duplicar el camuflaje OVNI obtendrá todas las ventajas sobre su enemigo. Actualmente existen naves invisibles, por lo menos para el radar, como el llamado Stealth Fighter, que por su diseño y pintura especial pasa inadvertido para los radares.

Einstein, en una de sus teorías afirmaba que mediante procesos magnéticos haciendo vibrar un objeto, esté podría desplazar el espectro electromagnético visible que despiden los objetos haciéndolos completamente indistinguibles para el ojo humano. Teoría que se probaría en el tristemente célebre experimento Filadelfia en 1947, con repercusiones bastante lamentables.

Los rayos infrarrojos y ultravioleta están por encima y por debajo, respectivamente, del espectro visible para el ojo humano. Para que una frecuencia infrarroja pueda ser perceptible son necesarios elementos ópticos y tecnológicos de los que carece el ojo humano, sin embargo, un ejemplo claro para poder realizarlo en nuestro hogar, basta colocar un telemando frente a una cámara de video y observarlo en el monitor de televisión.

Esto explicaría cómo aparece y cómo queda registrado en un video un OVNI, cuando al realizar la grabación éste no se observa y ni siquiera es el centro de atención. No obstante, este fenómeno también se produce en negativos fotográficos aun cuando este proceso (óptico químico) es diferente al video. Dando una idea de que si nuestras percepciones físicas no pueden detectar estos avistamientos, sí se cuenta con elementos para poder observarlos.

Otro tipo de camuflaje OVNI (al menos físico y visible), sería el de adoptar las formas del entorno atmosférico, en este caso nubes. Se han registrado avistamientos donde los observadores de estos fenómenos, ven claramente cómo las nubes tienen movimientos caprichosos en el cielo. Estos movimientos por cierto muy semejantes a los observados a través de la historia, donde incluso algunos casos se observan bajar entidades de las mismas.

Por otra parte, la misma maniobrabilidad de algunos OVNI´s hacen que pasen desapercibidos para algunos instrumentos de detección, esto como es de suponerse, sólo es necesario hallarse fuera del campo que cubre un radar, colocándose por encima o por debajo para pasar inadvertido. En medio de estos parámetros explicativos queda otra interrogativa, ¿se pueden ver o fotografiar entidades que se desarrollan en un plano de tres dimensiones? No, no se puede, ya que no obedecen las leyes físicas y ópticas del mismo comportamiento que conocemos, haciendo imposible dejar constancia en una placa o en un video, al menos con la óptica terrestre tal y como la conocemos.

Como se podrá deducir entonces, el hecho de que observemos OVNI´s en el cielo, sólo puede tratarse de un acto consciente de ser observados y enterarnos que allá arriba está sucediendo algo.