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Monday, March 31, 2008

Agujeros negros: Una realidad que parece fantasía



Los agujeros negros son probablemente los objetos más extraños que existen en el Universo. Son cuerpos invisibles que no emiten ningún tipo de radiación. No tienen tamaño, pero sí masa lo que, dicho sea de paso, hace posible su detección. Objetos con tales propiedades parecen ser más producto de la imaginación humana que objetos astrofísicos reales. Sin embargo, son astros tan concretos como el Sol y la Luna. Permiten, además, explicar fenómenos extremos, como la aceleración de partículas a velocidades relativistas o la liberación de grandes cantidades de radiación muy energética. Estos fenómenos se observan cotidianamente, por ejemplo en las fuentes galácticas de rayos X o en los núcleos de galaxias activas. En estas líneas muestro las mejores evidencias que tenemos los astrónomos de la existencia de los agujeros negros, comento las técnicas que utilizamos para su detección y presento los mejores casos

| Fuente: CAOS Y CIENCIA


Como a menudo sucede en la investigación, los agujeros negros fueron primero imaginados y después encontrados. Se concibieron como entes teóricos mucho antes de que empezáramos a tener las primeras evidencias observacionales de su existencia. En las postrimerías del siglo XVIII, los astrónomos John Michell y Pierre Laplace utilizan el concepto clásico de velocidad de escape para sugerir que podrían existir estrellas tan masivas que ni siquiera la luz consigue escapar a su atracción gravitatoria. Estas estrellas oscuras cayeron completamente en el olvido hasta que fueron rescatadas por la teoría de la Relatividad General y, más concretamente, por la solución de Schwarzschild, planteada en 1916. En este contexto, los objetos gravitantes deforman el Espacio-Tiempo tanto más cuanto mayor sea su masa. Todos los objetos tienen un radio crítico, conocido como "radio de Schwarzschild" u "horizonte de sucesos". Si se comprime toda la masa en el interior de su radio de Schwarzschild, la deformación se hace extrema y los rayos de luz, que siguen trayectorias geodésicas, quedan atrapados en su interior.
La existencia de agujeros negros viene también avalada por la teoría de la evolución estelar: sabemos que las estrellas más masivas de 8 masas solares explotan como supernovas y dejan residuos compactos. Normalmente estos residuos son estrellas de neutrones de 1,4 masas solares que se manifiestan por la presencia de pulsos radio o estallidos en rayos X. Estas propiedades son un signo inequívoco de la presencia de una superficie sólida. Sin embargo, si la supernova no consigue expulsar toda la envoltura, parte de ella caerá sobre el núcleo y dejará un residuo aún más masivo. Los modelos de estrellas de neutrones, por su parte, predicen que éstas dejan de ser estables por encima de 3 masas solares y colapsan a agujeros negros. El retrato robot de un agujero negro queda, pues, perfilado por tres rasgos esenciales: una compactación muy alta (es decir una gran acumulación de materia en un volumen muy pequeño), una masa superior a 3 masas solares y la ausencia de una superficie sólida.
Pero no fue hasta finales de los años 60 que empezamos a tener las primeras evidencias de agujeros negros. Los primeros satélites de rayos X descubren una población de varios cientos de fuentes en la Galaxia que emiten grandes cantidades de energía en forma de rayos X. La manera más eficiente de explicar tales flujos es a través de la acreción de materia sobre una estrella muy compacta. Durante este proceso, el gas es acelerado, comprimido y calentado hasta alcanzar temperaturas de varios millones de grados, lo que explica la emisión de rayos X.
Inmediatamente se comprobó que algunas de estas fuentes eran sistemas binarios en los que una estrella normal orbita en torno a un objeto compacto. La estrella se deforma por la acción de las fuerzas de marea y transfiere parte de su atmósfera sobre la estrella compacta, alimentando así la emisión en rayos X. Analizando el movimiento de la estrella "donante" y aplicando las leyes de Newton podemos estimar la masa de la estrella compacta o, más concretamente, un límite inferior riguroso.
Utilizando esta sencilla técnica, en los años 70 y 80 se identificaron 3 binarias de rayos X con objetos compactos más masivos que 3 masas solares y, por tanto, fuertes candidatos a agujeros negros: Cyg X-1, LMC X-3 y A0620-00. Sin embargo, para explicar estas observaciones, se propusieron también modelos alternativos que sustituían al agujero negro por 2 estrellas compactas o nuevos modelos de estrellas de neutrones "exóticas", estables hasta 5 masas solares. La polémica estaba servida. En este contexto, la detección de una estrella compacta con una masa superior a 5 masas solares fue propuesta como el nuevo "Santo Grial en la búsqueda de agujeros negros".
En el año 1989, el satélite de rayos X Ginga descubrió una nueva fuente de rayos X de gran luminosidad, de nombre V404 Cyg. Dos años después, utilizando el telescopio de 4,2 m William Herschel, situado en el Observatorio del Roque de Los Muchachos (La Palma), conseguimos detectar a la estrella "donante" y estudiar su movimiento. Esta estrella se desplaza a más de 208 km/s y completa su órbita alrededor del objeto compacto en 6,5 días. Estos números implican que el objeto compacto es más masivo que 6 masas solares y convierte, por tanto, a V404 Cyg en el Santo Grial de los agujeros negros.
Desde entonces se han identificado otros 19 sistemas binarios de rayos X con objetos compactos masivos, y hoy nadie cuestiona ya que se trata de auténticos agujeros negros. Utilizando diversas técnicas se han podido medir sus masas con relativa precisión, y éstas se distribuyen entre 4 y 14 masas solares. Por su parte, todas las masas de estrellas de neutrones medidas hasta ahora se sitúan en torno a 1,4 masas solares. Además, ninguno de estos agujeros negros emite pulsos radio ni estallidos en rayos X, de lo que se desprende que no tienen superficie sólida. Estimamos que existen unos 100 millones de agujeros negros en la Galaxia, pero sólo unos pocos miles forman parte de sistemas binarios de rayos X y son, por tanto, detectables a través de su influencia gravitatoria.
Hace poco hemos asistido a uno de los descubrimientos más espectaculares en Astrofísica, la demostración de la existencia de un agujero negro supermasivo en el centro de nuestra Galaxia: Sagitario A. Utilizando la tecnología de Óptica Adaptativa con el mayor complejo de telescopios del mundo (los VLT, Very Large Telescope, en Chile) ha sido posible medir directamente la órbita de varias estrellas cercanas a Sagitario A. Del estudio de su movimiento se deduce que éste encierra una masa de tres millones de masas solares en un volumen comparable a nuestro Sistema Solar. La presencia de un agujero negro supermasivo es la única explicación posible para una concentración de materia tan elevada en un volumen tan reducido.
Actualmente sabemos que los núcleos de otras galaxias contienen también agujeros negros supermasivos, con masas comprendidas entre un millón y mil millones de masas solares. Cuando estos agujeros negros acrecionan materia de su entorno emiten flujos extraordinarios de rayos X y se identifican como galaxias activas y quasares. En ocasiones, la extraordinaria resolución del telescopio espacial Hubble ha permitido obtener imágenes del gigantesco disco de acreción que alimenta a estos agujeros negros supergigantes, como en el caso de la galaxia NGC 7052.
Hoy en día, los agujeros negros ya no son una especulación científica ni objetos de ciencia ficción. Cada vez acumulamos más evidencias de su existencia y son, además, necesarios para explicar los fenómenos más energéticos del Universo. De momento sólo hemos detectado la punta del iceberg pero esperamos ampliar la muestra con la puesta en marcha de nuevos equipamientos y tecnologías como el Gran Telescopio CANARIAS, la interferometría desde satélites o los detectores de ondas gravitatorias. El futuro se presenta apasionante.

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Pensamiento de hoy

febrero, 2008
Aprender sin pensar es tiempo perdido, pensar sin aprender es peligroso.
Confucio, filósofo chino.


"No hay viento favorable para el que no sabe a dónde va" (Séneca)

Camuflaje OVNI

Copyright

En nuestro mundo, una de las facultades que más nos asombra del mundo animal es la llamada mimetismo. Esta es la capacidad de los organismos vivos para pasar inadvertidos para los depredadores. Las variantes son múltiples, desde cambiar el color del pelaje, confundiéndose con su medio, hasta el de adquirir las formas de su entorno, incluso cuando nosotros mismos observamos el comportamiento de animales de nuestro interés, utilizamos el recurso del camuflaje. En la guerra la invisibilidad es una premisa, es por eso que la nación que logre duplicar el camuflaje OVNI obtendrá todas las ventajas sobre su enemigo. Actualmente existen naves invisibles, por lo menos para el radar, como el llamado Stealth Fighter, que por su diseño y pintura especial pasa inadvertido para los radares.

Einstein, en una de sus teorías afirmaba que mediante procesos magnéticos haciendo vibrar un objeto, esté podría desplazar el espectro electromagnético visible que despiden los objetos haciéndolos completamente indistinguibles para el ojo humano. Teoría que se probaría en el tristemente célebre experimento Filadelfia en 1947, con repercusiones bastante lamentables.

Los rayos infrarrojos y ultravioleta están por encima y por debajo, respectivamente, del espectro visible para el ojo humano. Para que una frecuencia infrarroja pueda ser perceptible son necesarios elementos ópticos y tecnológicos de los que carece el ojo humano, sin embargo, un ejemplo claro para poder realizarlo en nuestro hogar, basta colocar un telemando frente a una cámara de video y observarlo en el monitor de televisión.

Esto explicaría cómo aparece y cómo queda registrado en un video un OVNI, cuando al realizar la grabación éste no se observa y ni siquiera es el centro de atención. No obstante, este fenómeno también se produce en negativos fotográficos aun cuando este proceso (óptico químico) es diferente al video. Dando una idea de que si nuestras percepciones físicas no pueden detectar estos avistamientos, sí se cuenta con elementos para poder observarlos.

Otro tipo de camuflaje OVNI (al menos físico y visible), sería el de adoptar las formas del entorno atmosférico, en este caso nubes. Se han registrado avistamientos donde los observadores de estos fenómenos, ven claramente cómo las nubes tienen movimientos caprichosos en el cielo. Estos movimientos por cierto muy semejantes a los observados a través de la historia, donde incluso algunos casos se observan bajar entidades de las mismas.

Por otra parte, la misma maniobrabilidad de algunos OVNI´s hacen que pasen desapercibidos para algunos instrumentos de detección, esto como es de suponerse, sólo es necesario hallarse fuera del campo que cubre un radar, colocándose por encima o por debajo para pasar inadvertido. En medio de estos parámetros explicativos queda otra interrogativa, ¿se pueden ver o fotografiar entidades que se desarrollan en un plano de tres dimensiones? No, no se puede, ya que no obedecen las leyes físicas y ópticas del mismo comportamiento que conocemos, haciendo imposible dejar constancia en una placa o en un video, al menos con la óptica terrestre tal y como la conocemos.

Como se podrá deducir entonces, el hecho de que observemos OVNI´s en el cielo, sólo puede tratarse de un acto consciente de ser observados y enterarnos que allá arriba está sucediendo algo.