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Monday, February 4, 2008

Cuando uno no es el primero sino el tercero


Es bien conocida la carrera para llegar a la Luna que protagonizaron americanos y rusos, y que ganaron los primeros con el alunizaje de la nave Apolo 11 en 1969. Pero aunque en la memoria colectiva la victoria estadounidense se haya grabado indeleblemente, ésta fue en gran parte consecuencia de su derrota en otro reto: poner un satélite en órbita

Fuente: CAOS Y CIENCIA

Es bien conocida la carrera para llegar a la Luna que protagonizaron americanos y rusos, y que ganaron los primeros con el alunizaje de la nave Apolo 11 en 1969. Pero aunque en la memoria colectiva la victoria estadounidense se haya grabado indeleblemente, ésta fue en gran parte consecuencia de su derrota en otro reto: poner un satélite en órbita

Fuente: CAOS Y CIENCIA


Fue Sputnik el pionero de los satélites espaciales al ser lanzado el 4 de octubre de 1957, hecho que dio comienzo a la carrera espacial. De nacionalidad rusa, tardaba 98 minutos en recorrer la órbita terrestre en una trayectoria elíptica. Medía sólo 58 cm de diámetro, pero su superficie brillante de aluminio pulido lo hacía bien visible desde la Tierra al reflejar la radiación solar, al mismo tiempo que se podía oír el bipbipbip enviado por sus dos radiotransmisores utilizando una radio doméstica.
Durante tres semanas, el primer objeto construido por el hombre que abandonó la atmósfera del planeta, dio información a los científicos soviéticos con señales de radio. Emitía a una cierta frecuencia, que usaban las estaciones terrestres para, por triangulación, ubicar su posición y las de ellas. De 83,6 kg de peso, en gran parte por sus pesadas baterías, conmocionó el mundo, especialmente el estadounidense. Aunque en los círculos científicos americanos el logro de sus colegas rusos fue admirado adecuadamente, el ciudadano de a pie temió por su seguridad, pues pensó que la URSS también podría lanzar misiles cargados con armas nucleares.
Lo cierto es que el alarmismo provocado por el exitoso lanzamiento del Sputnik fue incongruente. Con motivo de la celebración del Año Geofísico Internacional, que iba a tener lugar de julio de 1957 hasta diciembre de 1958 coincidiendo con el máximo de actividad solar que ocurre cada 11 años, se hizo una llamada al lanzamiento de satélites al espacio para el estudio de la superficie y atmósfera terrestres. Tanto la URSS como EE.UU. notificaron su intención de responder a dicha demanda, así que no tuvo nada de extraño que la primera, que además había informado poco antes de que el lanzamiento era inminente, lo realizara.
Sin embargo, el estado de aprensión causado por un artefacto que, además, sobrevolaba los Estados Unidos siete veces al día, fue agravado el 3 de noviembre con el lanzamiento del Sputnik 2: 500 kg de peso, cuatro metros de altura por dos de diámetro, y un ser vivo en su interior, la perra Laika. Ello tampoco llegó sin aviso previo. En un simposio en Copenhague, cuando se preguntó al responsable científico del programa espacial ruso si el primer astronauta sería un ruso o un americano, la respuesta fue: "Ninguno de los dos. El primer astronauta será un perro. Un perro ruso, por supuesto".
La presión sobre los americanos aumentaba y, seguramente, aceleró el lanzamiento del satélite americano, el Vanguard, del Naval Research Laboratory (Laboratorio de Investigación de la Marina). Éste era el proyecto escogido por los Estados Unidos para el Año Geofísico Internacional frente al Orbiter del Jet Propulsion Laboratory (JPL, Laboratorio de Propulsión a Chorro), entonces regido por la Armada.
Pero el Vanguard explotó espectacularmente el 6 de diciembre de 1957 en la pista de lanzamiento, seguramente por falta de verificaciones suficientes al intentar dar una respuesta rápida al logro soviético. Entonces fue la oportunidad del Orbiter. El proyecto reunió al equipo del JPL, donde se diseñó y construyó el satélite finalmente llamado Explorer, dirigido por William A. Pickering; y al Army Ballistic Missile Agency (Agencia de Misiles Balísticos de la Armada), que se encargó del cohete Jupiter-C, con Wernher von Braun a la cabeza, científico alemán de gran brillantez que se rindió a los americanos tras la Segunda Guerra Mundial. El responsable de los experimentos científicos fue James A. Van Allen, un físico de la Universidad de Iowa.
El Explorer tenía dos radiotransmisores distintos para contactar con la Tierra y estaba equipado con seis antenas: dos en el cuerpo del satélite y cuatro "alambres". Contenía tres experimentos científicos: sensores de temperatura, para controlar que ésta no fueran inadecuada para el buen funcionamiento de la carga útil; detectores de micrometeoritos; y, el más importante, un detector de rayos cósmicos con un contador Geiger. Los rayos cósmicos son iones a gran velocidad procedentes del Universo más lejano. Van Allen no tuvo tiempo de poner a punto la grabadora de datos, así que estos sólo estarían disponibles cuando el satélite pasara por la zona de alcance de una estación terrestre.
Este satélite, con forma de bala, de 203 cm de longitud por 15,9 de diámetro y 14 kg de peso, fue lanzado exitosamente con un cohete Jupiter-C el 31 de enero de 1958, hace hoy 50 años, desde Cabo Cañaveral (Florida). Sin embargo, la confirmación de que realmente se había situado en órbita no llegó hasta casi dos horas más tarde, cuando una estación en el desierto de California recibió su señal. "California tiene el pájaro", fue la frase liberadora. Antaño las redes de comunicaciones terrestres no estaban tan extendidas como hoy en día, y la estación previa por la que pasó no funcionó correctamente, lo que debió poner muy nervioso a más de uno. Las estaciones de Nigeria y Singapur, que sí recibieron la señal, no tenían medios para notificarlo a los americanos con rapidez. El mundo era otro.
Explorer recorría su órbita alrededor de la Tierra en 114,8 minutos (12,54 giros por día), y lo hizo 58.000 veces antes de quemarse en la atmósfera terrestre al precipitarse en el Océano Pacífico el 31 de marzo de 1970. Sus experimentos científicos resultaron provechosos: los sensores de temperatura informaron de que ésta era controlada en los márgenes adecuados, y los detectores de meteoritos que había muchos menos de los esperados. Su gran logro fue detectar por vez primera los llamados cinturones de radiación de Van Allen: en parte de la órbita la señal de rayos cósmicos era nula. Van Allen dedujo que ello podría ser causado por la saturación del instrumento que los medía por partículas cargadas emitiendo una fuerte radiación, o que fue confirmado posteriormente.
Michael Griffin, Administrador de la Agencia Espacial NASA, ha afirmado que "sin Sputnik no hubiera existido Apolo", refiriéndose al programa que llevó el hombre a la Luna. Probablemente tampoco hubiera existido la NASA, pues bajo la presidencia de Eisenhower, y como resultado de todos los sucesos mencionados, el congreso pasó la National Aeronautics and Space Act, responsable de la creación de la National Aeronautics and Space Administration (NASA) el 1 de octubre de 1958: la exploración del espacio se volvía civil.
Actualmente, casi mil satélites orbitan alrededor de la Tierra. De ellos, el más antiguo que permanece "allí arriba" es el Vanguard 1, lanzado el 17 de marzo de 1958, sucesor de aquél que falló estrepitosamente. En la exploración del espacio, los fracasos suceden a los éxitos, y viceversa. Quizás en todo ocurre así.

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Mystery Space Machines

Pensamiento de hoy

febrero, 2008
Aprender sin pensar es tiempo perdido, pensar sin aprender es peligroso.
Confucio, filósofo chino.


"No hay viento favorable para el que no sabe a dónde va" (Séneca)

Camuflaje OVNI

Copyright

En nuestro mundo, una de las facultades que más nos asombra del mundo animal es la llamada mimetismo. Esta es la capacidad de los organismos vivos para pasar inadvertidos para los depredadores. Las variantes son múltiples, desde cambiar el color del pelaje, confundiéndose con su medio, hasta el de adquirir las formas de su entorno, incluso cuando nosotros mismos observamos el comportamiento de animales de nuestro interés, utilizamos el recurso del camuflaje. En la guerra la invisibilidad es una premisa, es por eso que la nación que logre duplicar el camuflaje OVNI obtendrá todas las ventajas sobre su enemigo. Actualmente existen naves invisibles, por lo menos para el radar, como el llamado Stealth Fighter, que por su diseño y pintura especial pasa inadvertido para los radares.

Einstein, en una de sus teorías afirmaba que mediante procesos magnéticos haciendo vibrar un objeto, esté podría desplazar el espectro electromagnético visible que despiden los objetos haciéndolos completamente indistinguibles para el ojo humano. Teoría que se probaría en el tristemente célebre experimento Filadelfia en 1947, con repercusiones bastante lamentables.

Los rayos infrarrojos y ultravioleta están por encima y por debajo, respectivamente, del espectro visible para el ojo humano. Para que una frecuencia infrarroja pueda ser perceptible son necesarios elementos ópticos y tecnológicos de los que carece el ojo humano, sin embargo, un ejemplo claro para poder realizarlo en nuestro hogar, basta colocar un telemando frente a una cámara de video y observarlo en el monitor de televisión.

Esto explicaría cómo aparece y cómo queda registrado en un video un OVNI, cuando al realizar la grabación éste no se observa y ni siquiera es el centro de atención. No obstante, este fenómeno también se produce en negativos fotográficos aun cuando este proceso (óptico químico) es diferente al video. Dando una idea de que si nuestras percepciones físicas no pueden detectar estos avistamientos, sí se cuenta con elementos para poder observarlos.

Otro tipo de camuflaje OVNI (al menos físico y visible), sería el de adoptar las formas del entorno atmosférico, en este caso nubes. Se han registrado avistamientos donde los observadores de estos fenómenos, ven claramente cómo las nubes tienen movimientos caprichosos en el cielo. Estos movimientos por cierto muy semejantes a los observados a través de la historia, donde incluso algunos casos se observan bajar entidades de las mismas.

Por otra parte, la misma maniobrabilidad de algunos OVNI´s hacen que pasen desapercibidos para algunos instrumentos de detección, esto como es de suponerse, sólo es necesario hallarse fuera del campo que cubre un radar, colocándose por encima o por debajo para pasar inadvertido. En medio de estos parámetros explicativos queda otra interrogativa, ¿se pueden ver o fotografiar entidades que se desarrollan en un plano de tres dimensiones? No, no se puede, ya que no obedecen las leyes físicas y ópticas del mismo comportamiento que conocemos, haciendo imposible dejar constancia en una placa o en un video, al menos con la óptica terrestre tal y como la conocemos.

Como se podrá deducir entonces, el hecho de que observemos OVNI´s en el cielo, sólo puede tratarse de un acto consciente de ser observados y enterarnos que allá arriba está sucediendo algo.