(NC&T) Los autores sostienen que las predicciones de los cambios progresivos provocados por el aumento en las próximas décadas de la temperatura media del globo terráqueo en un valor estimado entre 1 y 5 grados centígrados, falla por no tener en cuenta los valores extremos estacionales de calor, sequía o lluvia, efectos multiplicadores para la propagación de enfermedades y malas hierbas, y otras perturbaciones ecológicas.
"Muchas personas asumen que nunca tendremos un problema con la producción de alimento a escala global. Pero hay un gran potencial para las sorpresas desagradables", alerta Francesco Tubiello, físico y experto agrícola en el Instituto Goddard de Estudios Espaciales, dependiente la NASA, que ha sido coautor de los tres estudios.
Para cubrir las crecientes necesidades de alimento asociadas al crecimiento de la población mundial, la producción actual de grano, de la que los humanos obtenemos dos tercios de nuestras proteínas, probablemente tendrá que duplicarse antes del 2100, y eso sin contar su uso en biocombustibles.
Los estudios en los últimos 10 años sugieren que los niveles crecientes de dióxido de carbono en el aire pueden acrecentar inicialmente la tasa de fotosíntesis de bastantes vegetales y, junto a nuevas técnicas de cultivo, posiblemente incrementar los rendimientos de algunos cultivos. Desde ahora y hasta mediados del siglo, las temperaturas en las latitudes septentrionales serán más altas de un modo que probablemente ampliará también las tierras disponibles para cultivar, y brindará temporadas de crecimiento más largas. Sin embargo, es probable que estas ganancias sean contrarrestadas por los declives de los rendimientos agrícolas en los trópicos, donde se prevé que incluso modestos aumentos de temperatura de 1 a 2 grados evaporarán las lluvias y llevarán a las cosechas principales más allá de sus umbrales de supervivencia.
La agricultura global, que ya se había vaticinado que sería gravemente afectada por el cambio climático en las próximas décadas, podría caer en un declive abrupto e imprevisto en algunas regiones
Las investigaciones realizadas hasta ahora apuntan a que los países en vías de desarrollo pueden perder 135 millones de hectáreas de tierras de cultivo de primera calidad en los próximos 50 años. Se estima que después de mediados de siglo, los aumentos continuos de temperatura, quizá de unos 5 grados Celsius o más para entonces, empiecen también a afectar adversamente las cosechas del norte, empujando al mundo entero hacia una situación de peligro.
Los autores de los estudios afirman que la mayor parte de los trabajos anteriores sobre el tema fueron demasiado simplificados. Como consecuencia, el peligro potencial de problemas más graves y rápidos permanece inexplorado. "Las proyecciones muestran una curva suave, pero una curva así nunca se ha producido en la historia humana", advierte Tubiello. "Las cosas pasan de repente, y entonces no se puede responder a ellas".
Por ejemplo, eventos meteorológicos extremos de todo tipo, incluyendo olas de calor o grandes tormentas súbitas, podrían fácilmente barrer los cultivos en amplias regiones, aunque sólo duren unos pocos días, si estos coinciden con la etapa crítica de la germinación o con la fase de floración. Esto ya está sucediendo a escalas más pequeñas. Durante una ola de calor en el verano del 2003, las temperaturas en Italia subieron 6 grados Celsius por encima de su media histórica, y el rendimiento de maíz en el fértil valle del Po sufrió una caída récord del 36 por ciento. Casi todos los pastos del mundo son irrigados por la lluvia; en África, las sequías de los años ochenta y noventa barrieron de un 20 a un 60 por ciento de los rebaños. Tales eventos a escalas más grandes podrían presentarse en el futuro cercano, con pocos síntomas previos o ninguno en absoluto, sugieren los autores.
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