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Thursday, April 10, 2008

LAS TUMBAS REALES DE UR













ntre los grandes descubrimientos arqueológicos del siglo XX, la excavación de las tumbas reales de los reyes sumerios de finales del periodo protodinástico, que se remonta aproximadamente a 2450-2350 a. C., ocupa sin duda un lugar relevante. La excavación fue muy difícil: la estructura de las tumbas era totalmente desconocida; la estratigrafía, ya de por sí muy compleja, había sido expoliada por continuos saqueos; la presencia de objetos de esparto, caña, madera y cuero, y de estructuras de arcilla cruda, planteó enormes problemas de interpretación y conservación, la presencia de kilos de oro, de plata y de piedras duras añadía grandes riesgos en el aspecto de la seguridad. El arqueólogo sir Charles Leonard Woolley logró excavar y documentar científicamente, en un plazo de cuatro años (de 1927 a 1931), más de 2.000 tumbas, 16 de las cuales eran tumbas reales.

En 1922, cuando comenzaron las excavaciones de Ur, los arqueólogos ingleses intentaban establecer el perímetro del temenos o muro sagrado con el que Nabucodonosor, en la primera mitad del siglo VI a. C., había rodeado los edificios sagrados de la ciudad. En una zona llana, sin que hubiera en la superficie indicio alguno, apareció un grupo de vasijas de cerámica y de piedra, pequeños objetos de bronce y elementos de collares de piedra dura. Los capataces llevaron a Woolley pequeñas cuentas de oro, pero, curiosamente, ningún obrero había hallado cuentas de este tipo. Woolley, intuyendo que se encontraba ante una necrópolis, prometió una gratificación por cada ornamento de oro descubierto y entregado, una pequeña suma que, según calculó, sería tres veces superior al precio pagado clandestinamente por los orfebres locales. Era sábado; el lunes aparecieron en las cestas de excavación numerosas cuentas de oro, recompradas por los obreros a los mismos orfebres a quienes las habían vendido.

El episodio del robo demostró a Woolley que sus propios obreros no eran de confianza; además, los objetos excavados tenían formas desconocidas y no podían datarse con precisión. A pesar de la importancia del descubrimiento, Woolley, equilibrado e inteligente, comprendió que su expedición no podía afrontar aún una excavación tan comprometida y delicada como la de un rico cementerio prehistórico. La "trinchera del oro" se volvió a cerrar, y hasta principios de 1927 no comenzó la excavación de la gran necrópolis.

Ésta se encontraba al sur de la gran terraza central de Ur, formada por las ruinas superpuestas de edificios sagrados más antiguos. Era un espacio libre, usado anteriormente como zona de escombros. Pero la proximidad de los edficios sagrados propició que en la segunda mitad del III milenio a. C. se eligiera como necrópolis. Las tumbas de ciudadanos comunes eran unas 2.000; las reales, sólo 16.

Las primeras estaban formadas por una fosa rectangular, en la que se envolvía al difunto en una estera, o bien se le colocaba en un ataúd de madera, de mimbre o de arcilla. Todos los cadáveres yacían de costado, con las piernas dobladas y las manos recogidas sobre el pecho. Junto a ellos habían sepultado algunos objetos como collares, pendientes, hojas metálicas y otras armas, cosméticos, vasijas, así como el sello cilíndrico que servía a la vez de firma y de documento de identidad del difunto.

Fue la punta de una lanza de cobre con asta de oro lo que llevó a Woolley al descubrimiento de una tumba similar por su estructura a la de la gente común, pero excepcionalmente rica. Siguiendo el rastro del asta de la lanza, que penetraba hacia abajo, hallaron otras lanzas de bronce, y luego vasijas de arcilla y de alabastro. Junto al féretro aparecieron dos puñales engarzados con oro, otras hojas de bronce, cinceles y otros instrumentos, decenas y decenas de vasijas y vasos de bronce, jofainas de plata y una hilera de flechas con la punta de piedra. El difunto había sido sepultado con un gran cinturón de plata con un puñal de oro y una piedra de afilar de lapislázuli, y con centenares de cuentas de oro y lapislázuli. Sujetaba con las manos una jofaina de oro, y a su alrededor había otras jofainas y una lámpara, también de oro. Había dos hachas de electrón (aleación de oro y plata) y otras joyas. Finalmente, el cráneo estaba cubierto por un espléndido yelmo de oro que imitaba una peluca con moño y rizos. En las jofainas se podía leer la inscripción "Mes-Kalam-dug, héroe de la buena tierra". Según Woolley, el difunto era un príncipe de la casa real muerto antes de acceder al trono. En efecto, las 16 tumbas reales identificadas eran totalmente distintas. Sólo dos de ellas resultaron estar intactas; las restantes, como había sucedido con las tumbas de casi todos los faraones egipcios, habían sido violadas y saqueadas en época antigua. Los primeros indicios fueron recogidos entre 1927 y 1928. En un montón de armas de bronce, aparentemente aislado, se descubrió un maravilloso puñal con hoja de oro y mango de lapislázuli, y la vaina de oro perforado. En otra área de excavación se encontraron cinco esqueletos recostados en una única gran fosa inclinada hacia abajo. Wolley siguió excavando la fosa, que tomaba la forma de un largo corredor en pendiente. Se encontró un estrato de esteras, y, al seguir excavando, se llegó a un grupo de diez esqueletos femeninos, alineados en dos hileras; en el fondo yacían los restos de una espléndida arpa de madera, con incrustaciones de oro, lapislázuli y concha. Wolley comprendió que la fosa pertenecía a una única y gran rampa de acceso. En la entrada encontró los restos de un trineo de madera descompuesto, decorado con un mosaico, adornado con cabezas de león de oro con incrustaciones de lapislázuli y de concha. El trineo había sido arrastrado por dos bueyes, cuyos esqueletos seguían todavía en su puesto; junto a éstos, los cuerpos de los palafreneros. La rampa, con su multitud silenciosa de hombres y animales muertos, conducía a una cámara subterránea de ladrillos.
Muy pronto se descubrió, para desilusión de todos, que el espacio ya había sido profanado y saqueado y que no había rastro alguno de féretro real. Ampliando la excavación alrededor de esta cámara, Wolley entró en una segunda rampa y descubrió los cuerpos de seis soldados, armados hasta los dientes; dos carros de madera de dos ruedas, cada uno de ellos arrastrado por tres bueyes; nueve doncellas que vestían suntuosos ropajes ceremoniales; y luego más soldados y más mujeres, dispuestos en hileras regulares. Encima de las mujeres se habían dispuesto algunas preciosas arpas. Cuando llegaron a la cámara sepulcral, los arqueólogos vieron que, una vez más, se les habían adelantado los ladrones, pero algunos restos de esqueletos y objetos preciosos mostraban que la tumba real había albergado, además del soberano, a otros muertos y un riquísimo ajuar.

Pero más allá de la cámara violada, Woolley encontró lo que estaba buscando, es decir, el sepulcro inviolado de la reina Pu-abi, cuyo nombre le fue revelado por un sello, evidentemente relacionado con la primera rampa y su macabro cortejo.

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Pensamiento de hoy

febrero, 2008
Aprender sin pensar es tiempo perdido, pensar sin aprender es peligroso.
Confucio, filósofo chino.


"No hay viento favorable para el que no sabe a dónde va" (Séneca)

Camuflaje OVNI

Copyright

En nuestro mundo, una de las facultades que más nos asombra del mundo animal es la llamada mimetismo. Esta es la capacidad de los organismos vivos para pasar inadvertidos para los depredadores. Las variantes son múltiples, desde cambiar el color del pelaje, confundiéndose con su medio, hasta el de adquirir las formas de su entorno, incluso cuando nosotros mismos observamos el comportamiento de animales de nuestro interés, utilizamos el recurso del camuflaje. En la guerra la invisibilidad es una premisa, es por eso que la nación que logre duplicar el camuflaje OVNI obtendrá todas las ventajas sobre su enemigo. Actualmente existen naves invisibles, por lo menos para el radar, como el llamado Stealth Fighter, que por su diseño y pintura especial pasa inadvertido para los radares.

Einstein, en una de sus teorías afirmaba que mediante procesos magnéticos haciendo vibrar un objeto, esté podría desplazar el espectro electromagnético visible que despiden los objetos haciéndolos completamente indistinguibles para el ojo humano. Teoría que se probaría en el tristemente célebre experimento Filadelfia en 1947, con repercusiones bastante lamentables.

Los rayos infrarrojos y ultravioleta están por encima y por debajo, respectivamente, del espectro visible para el ojo humano. Para que una frecuencia infrarroja pueda ser perceptible son necesarios elementos ópticos y tecnológicos de los que carece el ojo humano, sin embargo, un ejemplo claro para poder realizarlo en nuestro hogar, basta colocar un telemando frente a una cámara de video y observarlo en el monitor de televisión.

Esto explicaría cómo aparece y cómo queda registrado en un video un OVNI, cuando al realizar la grabación éste no se observa y ni siquiera es el centro de atención. No obstante, este fenómeno también se produce en negativos fotográficos aun cuando este proceso (óptico químico) es diferente al video. Dando una idea de que si nuestras percepciones físicas no pueden detectar estos avistamientos, sí se cuenta con elementos para poder observarlos.

Otro tipo de camuflaje OVNI (al menos físico y visible), sería el de adoptar las formas del entorno atmosférico, en este caso nubes. Se han registrado avistamientos donde los observadores de estos fenómenos, ven claramente cómo las nubes tienen movimientos caprichosos en el cielo. Estos movimientos por cierto muy semejantes a los observados a través de la historia, donde incluso algunos casos se observan bajar entidades de las mismas.

Por otra parte, la misma maniobrabilidad de algunos OVNI´s hacen que pasen desapercibidos para algunos instrumentos de detección, esto como es de suponerse, sólo es necesario hallarse fuera del campo que cubre un radar, colocándose por encima o por debajo para pasar inadvertido. En medio de estos parámetros explicativos queda otra interrogativa, ¿se pueden ver o fotografiar entidades que se desarrollan en un plano de tres dimensiones? No, no se puede, ya que no obedecen las leyes físicas y ópticas del mismo comportamiento que conocemos, haciendo imposible dejar constancia en una placa o en un video, al menos con la óptica terrestre tal y como la conocemos.

Como se podrá deducir entonces, el hecho de que observemos OVNI´s en el cielo, sólo puede tratarse de un acto consciente de ser observados y enterarnos que allá arriba está sucediendo algo.