Arthur C. Clarke tenía un problema. Estaba escribiendo un guión con Stanley Kubrick del libro Dr. Strangelove. Se titularía “Viaje más allá de las estrellas”, y se le ocurrió invitar a su amigo Carl Sagan a una cena con ambos para echarles una mano. En un famoso restaurante neoyorkino se resolvería la cuestión.2001_odisea_espacial_kubrick_clarke
Después de cenar le comentaron a Sagan que, a mitad de la película, una nave espacial se acercaría a un satélite de Júpiter o Saturno (Japeto) y descubrirían que no se trataba de nada natural sino de “algo” artificial. Se vería una rendija tras la que se contemplarían estrellas, pero no las que hubiere detrás del objeto, sino otras estrellas, de otra parte del universo. La nave se introduciría por ahí, apareciendo en un lugar inexplorado, junto a una gigante roja y un planeta con una civilización avanzada, y una vez que hubiese descendido en ese planeta… ¿qué?
Para el rodaje de escenas con elementos humanos Kubrick no tendría problemas en Inglaterra, donde rodaría. Pero el final de la película se les había atascado a los dos autores. ¿Cómo describirían a los extraterrestres? ¿Humanoides o no? Sin duda el cineasta prefería que fuesen humanoides puesto que siempre sería más barato representarlos en una película que costaba ya 10 millones de dólares de la época. Pero Sagan comentó lo poco fiable que sería el argumento debido a lo improbable de reproducir la cadena de acontecimientos que la evolución llevó al hombre en la Tierra, y sería difícil admitirlo semejante en otro planeta. Así que la solución óptima sería sugerir a los seres extraterrestres en lugar de retratarlos.
La película se tituló 2001: Una odisea espacial, y se estrenó tres años después (1968). A pesar de los repetidos intentos de Stanley Kubrick por introducir en la película la imagen de algún extraterrestre, él mismo no se mostró nunca contento con lo que se mostraba, de manera que Carl Sagan consiguió su propósito y algo aportó al fenomenal film.
Pero Kubrick era un detallista y quizá su rendición a la hora de presentar implícitamente a los extraterrestres en vez de representarlos explícitamente fuera el hecho de no llegar a ningún acuerdo con la aseguradora Lloyd´s, de Londres. ¿Qué pasaría si se descubrían alienígenas antes de explotar comercialmente la película? La Lloyd´s, que lo aseguraba todo, no se atrevió a firmar la póliza, ¿por qué? Pues por algo elemental: Durante los años 60 todavía no se había iniciado ningún proyecto de búsqueda de inteligencia extraterrestre y no se sabía lo difícil que resultaría encontrarla. Quizá lo más duro para los defensores de los platillos volantes es que hoy firmaría con los ojos cerrados.
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