No descarte lo que en apariencia no tiene explicacion...bienvenido a mi viaje y las experiencias que quiero compartir con ustedes. Como alguien una vez me dijo: SI NO SUBES LA MONTAÑA, NO DESCUBRIRAS LA LLANURA
House Music Ivan Robles
Friday, December 5, 2008
No voy a negarlo. La “Atlántida” me ha subyugado durante años. Y como cualquier curioso medianamente informado, estoy convencido de su existencia y de su probable y cataclísmica desaparición. Y acepto ¿por qué no? la fecha apuntada por Platón: alrededor de once mil o doce mil años.
Pero me resisto a entrar en las viejas y manoseadas hipótesis que circulan en torno a la “isla continente” que, según todos los indicios, podía ocupar el centro del océano Atlántico. Y aunque me dispongo a hablar de ella, lo haré de la mano de “otros enigmas” que, según mi corto conocimiento, podrían estar vinculados a los portentosos conocimientos de los “atlantes” o ser consecuencia de ellos.
Está bien que aventureros, exploradores y científicos busquen los restos de tan espléndida civilización en los fondos marinos. Pero, mientras ese redondo y definitivo hallazgo no salga a la superficie, ¿por qué no trabajar igualmente en el entorno que presumiblemente quedó radio de acción de la gran isla? ¿No entra dentro de lo posible que esa dinámica cultura hubiera extendido su poder e influencia a otras muchas tierras y pueblos relativamente cercanos? ¿No podría haber ocurrido que los supervivientes, instalados en las costas americanas, europeas y africanas, fueran los impulsores de tantas y tan magníficas obras como las que adornan uno y otros extremos del Atlántico? ¿Quién no se ha detenido a reflexionar alguna vez sobre la brusca y misteriosa “aparición” de las cuatro primeras dinastías egipcias, rebosantes de sabiduría? ¿Brotaron de la noche a la mañana y de las neolíticas tribus que malvivían en el Nilo? ¿Quién habló del concepto de inmortalidad y enseñó hace cinco mil años las técnicas de momificación a los primitivos agricultores y pescadores del norte de Chile? ¿Cómo explicar la presencia en las selvas de Costa Rica desde hace más de dos mil años de cientos de pequeñas y gigantescas esferas de piedra, cuya perfección haría palidecer a los canteros más cualificados del siglo xx? ¿Por qué las alineaciones de dichas esferas apuntan a lugares tan remotos como Egipto, Reino Unir do, Galápagos o Pascua?
Pero entremos ya en algunos de estos fascinantes enigmas que insisto podrían estar “hablándonos en silencio” de un remoto, brillante y común origen.
Y lo haré con otra primicia. Un intrigante y sensacional “hallazgo” que me fue dado compartir con tres excelentes investigadores y mejores amigos: Andreas Faber Kaiser y los hermanos Carlos y Ricardo Vílchez.
Fue una apacible mañana de octubre de 1985, cuando alguien llamó a la puerta de mi habitación en el hotel Irazú, en San José de Costa Rica. En aquellas fechas, yo asistía a un interesante congreso sobre “Los grandes misterios del hombre”.
Minutos después, los tres visitantes cuyo anonimato debo respetar iniciaban el relato de una larga y enrevesada historia que me dejó atónito y que trataré de simplificar.Años atrás, una familia costarricense había obtenido una información que modificó el rumbo de sus vidas. En un cerro situado a unos treinta kilómetros de la capital existía un antiquísimo túnel que, muy posiblemente, conducía a un templo o a una ciudad, anteriores a la llegada de los conquistadores españoles. Según los nativos, sobre dicho cerro amén de un sinfín de leyendas, a cuál más oscura y misteriosa se observaban con frecuencia poderosas y silenciosas “luces”, que parecían “explorar o vigilar” la cima.
Y siguiendo las “instrucciones recibidas”, estos hombres y mujeres vendieron cuanto poseían, instalándose en la soledad del enigmático cerro. Y allí, en secreto, durante meses, procedieron a la perforación del lugar hasta que, al fin, se vieron recompensados con el descubrimiento de la boca del túnel. Y en un titánico esfuerzo fueron extrayendo las toneladas de tierra y piedras que cegaban la galería, dejando al descubierto un pasadizo que descendía casi en vertical y cuyas paredes de hasta tres metros aparecían meticulosamente escuadradas y pulimentadas. Pero lo más asombroso de esta novelesca historia es que, en el transcurso de las excavaciones, la familia había ido encontrando una serie de supuestos “ídolos” de piedra y una “inscripción” cuyo significado ignoraban. Y ansiosos por arrojar algo de luz sobre los crípticos descubrimientos se habían decidido a ponerse en, contacto con este humilde investigador que les habla.
Y cargados de buena fe llegaron hasta mí con el mayor de los sigilos y en la compañía de un abultado y enigmático saco que se negaron a abrir hasta que no dieron cumplida cuenta de su narración. El contenido consistía en siete cabezas de piedra, negras, rosadas y blancas, de muy bella factura y de un considerable peso. Todas ellas según mis confidentes habían ido apareciendo en el transcurso de los trabajos de “vaciado” de la galería.
Parecían representar “hombres”, “animales” o una mezcla de ambos. Dos de los “ídolos” me recordaron de inmediato algunos de los “dioses” del antiguo Egipto. ¿Cómo era posible? Nos hallabamos en Costa Rica, a miles de millas del territorio de los faraones...
Y a las pocas horas, tras hacer partícipes del pequeño gran “secreto” a mis compañeros Faber Kaiser y los dos hermanos Vílchez, nos pusimos en camino hacia la región donde se alza el mencionado cerro. Una zona que, siguiendo las recomendaciones de nuestros guías y anfitriones, no puedo desvelar por ahora.
Y efectivamente. En la cumbre, camuflada entre la exuberante vegetación, se abría la entrada del túnel. A qué ocultarlo. Nuestra sorpresa no tuvo límites. Ante nosotros apareció una desahogada galería que penetraba poco menos que en caída vertical hacia las entrañas de la tierra. Y merced a una sucesión de frágiles escaleras de mano fuimos descendiendo, hasta alcanzar el medio centenar de metros de profundidad. Y examinamos la asombrosa y ciclópea estructura de sus paredes, forjadas a base de inmensos bloques de hasta tres metros de altura” pulcramente trabajados y, en apariencia, escuadrados con idéntica minuciosidad. Pero ¿quién había movido aquellas moles de cientos de toneladas? Y lo más importante: ¿para qué? ¿A qué lugar conducía el túnel?
La familia no supo o no quiso responder a ninguno de los interrogantes. La única realidad palpable es que la excavación se hallaba detenida y que semejante construcción tenía que obedecer a un propósito. Pero ¿a cuál?
Por el momento, esto es todo lo que estoy autorizado a revelar.
Mystery Space Machines
Pensamiento de hoy
Aprender sin pensar es tiempo perdido, pensar sin aprender es peligroso. Confucio, filósofo chino.
"No hay viento favorable para el que no sabe a dónde va" (Séneca)
Camuflaje OVNI
En nuestro mundo, una de las facultades que más nos asombra del mundo animal es la llamada mimetismo. Esta es la capacidad de los organismos vivos para pasar inadvertidos para los depredadores. Las variantes son múltiples, desde cambiar el color del pelaje, confundiéndose con su medio, hasta el de adquirir las formas de su entorno, incluso cuando nosotros mismos observamos el comportamiento de animales de nuestro interés, utilizamos el recurso del camuflaje. En la guerra la invisibilidad es una premisa, es por eso que la nación que logre duplicar el camuflaje OVNI obtendrá todas las ventajas sobre su enemigo. Actualmente existen naves invisibles, por lo menos para el radar, como el llamado Stealth Fighter, que por su diseño y pintura especial pasa inadvertido para los radares.
Einstein, en una de sus teorías afirmaba que mediante procesos magnéticos haciendo vibrar un objeto, esté podría desplazar el espectro electromagnético visible que despiden los objetos haciéndolos completamente indistinguibles para el ojo humano. Teoría que se probaría en el tristemente célebre experimento Filadelfia en 1947, con repercusiones bastante lamentables.
Los rayos infrarrojos y ultravioleta están por encima y por debajo, respectivamente, del espectro visible para el ojo humano. Para que una frecuencia infrarroja pueda ser perceptible son necesarios elementos ópticos y tecnológicos de los que carece el ojo humano, sin embargo, un ejemplo claro para poder realizarlo en nuestro hogar, basta colocar un telemando frente a una cámara de video y observarlo en el monitor de televisión.
Esto explicaría cómo aparece y cómo queda registrado en un video un OVNI, cuando al realizar la grabación éste no se observa y ni siquiera es el centro de atención. No obstante, este fenómeno también se produce en negativos fotográficos aun cuando este proceso (óptico químico) es diferente al video. Dando una idea de que si nuestras percepciones físicas no pueden detectar estos avistamientos, sí se cuenta con elementos para poder observarlos.
Otro tipo de camuflaje OVNI (al menos físico y visible), sería el de adoptar las formas del entorno atmosférico, en este caso nubes. Se han registrado avistamientos donde los observadores de estos fenómenos, ven claramente cómo las nubes tienen movimientos caprichosos en el cielo. Estos movimientos por cierto muy semejantes a los observados a través de la historia, donde incluso algunos casos se observan bajar entidades de las mismas.
Por otra parte, la misma maniobrabilidad de algunos OVNI´s hacen que pasen desapercibidos para algunos instrumentos de detección, esto como es de suponerse, sólo es necesario hallarse fuera del campo que cubre un radar, colocándose por encima o por debajo para pasar inadvertido. En medio de estos parámetros explicativos queda otra interrogativa, ¿se pueden ver o fotografiar entidades que se desarrollan en un plano de tres dimensiones? No, no se puede, ya que no obedecen las leyes físicas y ópticas del mismo comportamiento que conocemos, haciendo imposible dejar constancia en una placa o en un video, al menos con la óptica terrestre tal y como la conocemos.
Como se podrá deducir entonces, el hecho de que observemos OVNI´s en el cielo, sólo puede tratarse de un acto consciente de ser observados y enterarnos que allá arriba está sucediendo algo.
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