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La Doctora Ellie Arroway avanza hacia lo desconocido como la flecha que incorpora su apellido (arrow). Este personaje simboliza el científico inquieto y reflexivo, que pretende desentrañar el funcionamiento del mundo en el que vive considerando que es el Universo entero.
Arroway, y todos los que la acompañan a lo largo de una aventura extraordinaria, explican ciencia y debaten sobre ella continuamente, tanto entre colegas como en un entorno neófito. Mujer en un mundo de hombres, el de la física, su género permite describir la relación profesional de una investigadora con sus colegas masculinos. Su proyecto común debe, para poder continuar, obtener el apoyo de la clase política, no siempre poseedora de conocimientos físicos. Resultan especialmente ilustrativas las conversaciones entre la presidenta de los Estados Unidos y su asesor científico, biólogo de formación.
Los párrafos precedentes pueden parecer crípticos, y suscitar cuestiones sobre su contenido y razón de ser. Sin embargo son de una claridad pristina en comparación con el mensaje que llega a la Tierra, y que es captado por los radiotelescopios de Arecibo (Puerto Rico). Utilizando el lenguaje, parece ser que universal, de las matemáticas, consiste en series de números primos imposibles de haber sido generadas de un modo casual. Tiene que haber alguien detrás. Los programas de busqueda de inteligencia extraterrestre (SETI, Search for extra-terrestrial intelligence) se desarrollan en la ignorancia de si realmente hay algo que encontrar, desconociéndose la existencia de posibles emisores
La señal podría ser una broma, e incluso una argucia ideada por los científicos implicados en “escuchar” el espacio a la espera de un contacto, que necesitarían justificar la inversión en su proyecto con la obtención de resultados. Pero no, es real y procede de Vega, la estrella más brillante de la constelación de Lira, situada a 26 años luz. Al menos en el universo creado por Carl Sagan en su celebérrima novela Contact (Contacto).
Leyendo el libro que escribió con todos los detalles de esta aventura imaginada, uno puede preguntarse si lo que el conocido, y talentoso, investigador y divulgador científico deseaba era contar la eventual intromisión por parte de una civilización ajena en la historia de los habitantes de la Tierra. En lugar de esto, en ocasiones parece haber utilizado dicho marco narrativo para escudriñar la naturaleza humana, y sus modos de actuar enfrentada a distintas eventualidades; además de aprovechar la ocasión con el fin de impartir disfrazada una lección de astrofísica.
Cuenta Sagan que, en reacción al conocimiento de la realidad de seres en otros mundos, la identidad de las personas cesa de circunscribirse a las fronteras nacionales, lingüísticas o económicas. Pese a continuar existiendo las desigualdades por todos conocidas, se expande un sentimiento de pertenencia a la raza humana centrado en un objetivo inicial común: comprender el mensaje, cuyas características exigen la colaboración internacional, pues el planeta rota y un observatorio en una longitud determinada no puede recibirlo en continuo.
Una vez logrado este primer logro, el siguiente paso es materializar lo que resulta ser un manual de instrucciones en una máquina, la Máquina, que llevará a la Humanidad mucho más lejos cognitiva y, puede, físicamente. Se desconoce su funcionalidad y, añadido al reto tecnológico, está el de la confianza: entre terrícolas, pues ninguna nación puede llevar a término en solitario un proyecto de tal envergadura económica y logística; pero también en los emisores del mensaje. No faltan los escépticos que consideran el aparato todavía inmaterializado una especie de mando a distancia para devastar el planeta en lo que sería un genocidio sin discusión sobre lo que significa dicho término.
Se ha argumentado con frecuencia en el mundo científico que establecer de un modo innegable la existencia de vida fuera de la Tierra sería el hallazgo más esencial realizado por el género humano. Podría defenderse fácilmente que también lo sería demostrar sin asomo de duda que allí fuera no hay nadie más. Ellie se declara agnóstica y argumenta su postura explicando que no existen pruebas determinantes ni de que Dios existe ni de que no. Lo mismo es afirmable de los extraterrestres, hasta el presente.
Al afrontar situaciones inusuales, o límite, la racionalidad científica es confrontada a la creencia religiosa. Explicaciones desglosadas en cuidados argumentos por parte de Ellie, del lado agnóstico, y principalmente por Palmer Joss, del creyente, incitan a una reflexión mesurada, y a un lugar de encuentro. De ser real, ¿no habría un dios dejado un indicio incontestable de su existencia para erradicar cualquier duda posible? ¿Para qué jugar al escondite, a la necesidad de la fe? Paradójicamente, Ellie se verá abocada a intentar convencer de "algo" sin indicios que lo avalen. Pero ella se refugiará en la búsqueda científica de pruebas.
Una lectura minuciosa del libro es requerida para asimilar los conceptos explicados y sus implicaciones. Ella permite, también, encontrar algunos anacronismos, pues situar una historia en un futuro, que además ya es pasado, tiene sus riesgos. En Contact, la Unión Soviética todavía existe en 1999 y los rovers que exploran Marte son americanofrancosoviéticos. Sea como sea, uno no desea que acabe el particular viaje emprendido a través de la imaginación de Sagan. La conocida película del mismo título, dirigida por Robert Zemeckis e interpretada por Jodie Foster, con sus cualidades, que las tiene, es una interpretación con imágenes de la historia. Pero puede haber muchas más, una por lector.
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