
Reconstrucción de la cabeza de 'Homo rhodesiensis' que se exhibe en el Museo del Hombre en París.
El objetivo de la exposición, que se celebra el año del bicentenario del nacimiento de Darwin, está encaminado a proyectar la riqueza fosilífera de la Sierra de Atapuerca en Europa a través de una de sus capitales, París.
La promoción exterior de lo que será el futuro Museo de la Evolución de Burgos es también uno de los objetivos estratégicos de esta presencia en París, siendo el interés social y cultural de la misma de gran importancia. Una prueba de ello es que ha sido inaugurada por el presidente de la Junta de Castilla y León.
Se exponen fósiles originales de homínidos pertenecientes a las especies Homo antecessor y Homo heildebergensis, destacando restos humanos como la falange de la Sima del Elefante, de 1,3 millones de antigüedad; el cráneo del nivel 6 de Gran Dolina, de 850.000 años, así como la pelvis original y el cráneo número 5 de la Sima de los Huesos, de 450.000 años de antigüedad.
Los hallazgos acontecidos en Atapuerca son muy trascendentales porque pueden responder a las preguntas que los investigadores nos hemos ido formulando a lo largo de la historia. Es lo que hemos transmitido estos días en Paris, en el ciclo de conferencias que hemos ofrecido miembros del Equipo de Investigación de Atapuerca (EIA) durante los días previos a la inauguración.
Se ha hablado de Atapuerca en base a análisis antropológicos, arqueológicos y paleontológicos, con el fin de acercar a la sociedad parisina, y a la francesa, en general, nuestros propios puntos de vista sobre la evolución de los homínidos en el continente euroasiático. Así se han tratado temas como la llegada de los primeros europeos y su procedencia, si es de origen africana o asiática, las rutas que siguieron en sus primeras dispersiones, además de la emergencia del primer europeo, el Homo antecessor. En este sentido, hemos debatido en París sobre la tecnología de esa especie, que puede ser la primera que evolucionó en Europa, y la complejidad que le caracterizaba. También hemos analizado el entorno vegetal y animal que le acogió en la Sierra de Atapuerca, hace casi un millón de años, donde practicó el canibalismo cultural. Otro centro de interés científico ha sido la acumulación intencional de cadáveres en la Sima de los Huesos, en este caso de Homo heidelbergensis.
Todas estas reflexiones que realizamos en las conferencias tenían su contrapartida en los fósiles que se pueden observar en el Musée de l’Homme. Una vez más, Atapuerca se proyecta en la historia iluminando nuestro proceso evolutivo. Así pues, debemos encontrar la manera en que la evolución represente un fundamento empírico para entender y transformar nuestra sociedad.
De momento, Atapuerca vuelve a estar en la vanguardia de la socialización de la ciencia. Si vais a Paris, visitad la exposición, pues es una forma de participar en la construcción de una conciencia crítica de especie.
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