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Monday, March 7, 2011

El saber Magico del Antiguo Egipto 8


El cuerpo de sustitución

El cuerpo de sustitución, designado a menudo con el nombre de "golem", conforme a las prácticas de la Cábala, está muy presente en la práctica mágica del antiguo Egipto. Este cuerpo, calificado también de "subsidiario" , no está representado sólo por las figurillas de encantamiento, sino también por las numerosas estatuas, reales o privadas. Tanto los cuerpos de sustitución, que están animados y cargados de vida, como los modelos de madera que representan a servidores, artesanos, soldados, son situados en la tumba para vivir allí eternamente en la plenitud de la juventud y en el ejercicio de su función.
En el caso de las figuritas de cera, se trata de cuerpos de sustitución sobre los cuales se desencadenan las fuerzas agresivas, bajo el control del mago (16). Los usebtis, cuyo nombre significa "los que responden (a la llamada del muerto para ayudarle)" son , por el contrario, el soporte de las fuerzas constructivas. Son pequeños personajes de madera, de barro o de bronce que sujetan dos azadas. Su cuerpo está cubierto de texto mágico. Llevan un saco que cuelga de su espalda. Sirven de sustitutos mágicos a los justos, yendo a trabajar, a su llamada, en los campos del más allá. La aparición de los usebtis data del Imperio Medio, y no se encuentran la mayor parte de las veces más que uno por tumba. Luego su número crecerá rápidamente. En la Época Baja , hay cajas que contienen a veces más de quinientos usebtis. Estas figuritas son inseparables de un texto, el capítulo seis del Libro de los Muertos (17). Se trata de una fórmula que obliga a un usebti a obedecer. Carga con las tareas más penosas: cultiva los campos, se ocupa de las irrigaciones de los ríos, transporta el limo que servirá de abono. A cualquier pre_

(13) Lexa, F., II, 136
(14) Drioton, Miscelánea gregoriana, 73 y ss
(15) Pap. Mág. De Leiden, 33 – 5
(16) LdA, III, 1 138
(17) Cf. Schneider, Shabtis
gunta del mago responde: "Heme aquí". El modelo antiguo del capítulo del Libro de los Muertos figura en los Textos de los Sarcófagos (18), donde se dice que el iniciado ha tomado posesión de su poder frente a los dioses, los espíritus y los muertos. Ocupa sus tronos. Las tareas ingratas no le son encargadas.
Para ser eficaz, la fórmula mágica debe ser pronunciada sobre una imagen del propietario de la figurita, mientras éste se encuentra en el suelo, imagen hecha de madera de tamarindo o zízifo (loto) que se situará en la capilla mortuoria.

Cartas a los muertos

Los egipcios consideraban que "vida" y "muerte" no estaban separadas por una barrera infranqueable. El espíritu de los que se llaman "muertos" viaja. Estos últimos no son inaccesibles a los vivos, para quienes tanto son benéficos como maléficos. El espíritu se comunica con los seres del más allá de diversas maneras, especialmente escribiéndoles (19).
El objeto que sirve la mayoría de las veces de soporte a las cartas es un tazón. Si la inscripción es muy larga, se utiliza papiro o tela. En sus orígenes, los tazones eran objetos de culto donde se depositaba pan o grano. Se consideraba que un muerto, convencido de hallarse ante una carta bien argumentada, intervenía en el destino de los vivos de forma positiva o negativa. Quien desafía a un muerto corre el riesgo de ser castigado por el tribunal divino. Quien profana una tumba se encontrará con el cuello partido como el de un pájaro. Quien no entre en una tumba en estado de pureza se verá afligido por diversos males. Todo esto prueba que los muertos están presentes en nuestra vida cotidiana. ¿Por qué no pedirles que resuelvan, o ayuden a resolver problemas tan complicados como "asuntos de herencia"? así, se implora a una madre difunta que juegue un papel de árbitro entre sus dos hijos.
Entre las cartas a los muertos, una de ellas es particularmente célebre. Se trata de una misiva dirigida por un marido desgraciado a su difunta esposa. El documento estaba atado a una estatuilla de madera recubierta de yeso y coloreada, excelente vehículo mágico para hacer llegar la carta a su destinatario (20).
En vida, marido y mujer formaban una pareja feliz y afortunada, viviendo en Menfis a fines del Imperio Nuevo. La esposa murió a consecuencia de una enfermedad incurable. Su marido pasó ocho meses en una profunda aflicción, sin casi comer ni beber, llorando sin cesar sobre la tumba de aquella a la que amaba. Durante tres años, su pesar no disminuyó. Se sentía como hechizado. Escribió incluso una carta de protesta a su difunta esposa: "Qué mala pasada me has hecho para hacerme llegar a este penoso estado en el que me encuentro? ¿Qué he hecho yo contra ti que justifique que pongas la mano sobre mí sin que yo haya cometido ninguna maldad para contigo?… Pleitearé contra ti con mis palabras ante la Enéada que está en el Occidente, y se juzgará entre tú y esta carta que contiene los datos de este asunto. ¿Pues qué he hecho yo para que actúes de este modo?"
La historia no dice lo que siguió a esta queja dirigida a una muerta. Este extraordinario documento que permite, sin embargo, constatar que el universo psíquico de los antiguos egipcios estaba abierto a todas las formas de la realidad.

La lámpara

El papiro mágico de Leiden (21) confiere a la lámpara un papel mágico particular ya que es uno de los elementos principales de un proceso de adivinación. En una habitación oscura se excava un agujero en el muro este. Se toma una lámpara blanca. Se la llena de aceite virgen proveniente de los Oasis. Se recitan plegarias de adoración a Ra, al alba, cuando el sol sale. Se enciende la lámpara en estado de pureza. Interviene un médium con los ojos cerrados. El mago pone un dedo sobre su cabeza. Sobre un brasero arde incienso. El mago pide al médium que abra los ojos y mire la lámpara. Éste ve cerca de ella la sombra de una divinidad. Es esta última

(18) Text. Sarc., cap. 472
(19) Cf. Gardiner / Sethe, Cartas egipcias a los muertos, 1928
(20) Guilmot, ZAS 99, 94 y ss
(21) Pap. Mág. Leiden, 47 – 51
quien responde al mago sobre las cuestiones que le interesan.
El mago debe manejar una lámpara nueva, con una mecha pura. Inscribe jeroglíficos y símbolos sobre la mecha, coloca la lámpara sobre un ladrillo, delante de él. Pronuncia fórmulas, intentando ver la divinidad que se manifiesta sobre la lámpara para poder hacerle preguntas. La divinidad se presenta ante él bajo múltiples nombres. Otorga la luz, es amigo de la llama, presencia divina instalada en el fuego. El mago le pide que se presente, incluso en la noche, y converse con él sin ningún tipo de falsedad.
Para practicar este tipo de adivinación es preciso untarse los ojos utilizando un ungüento fabricado a partir de las flores de la judía – griega. Después de haberlas recogido, se ponen en un vaso de vidrio que se tapa y se coloca durante veinte días en un lugar sombrío y secreto. Si se abre, se encuentra allí un falo y un par de testículos. Cuarenta días más tarde ese falo se ha convertido en sanguinolento. Es preciso entonces depositarlo en un recipiente de vidrio colocado en una vasija a su vez en un lugar secreto. El mago debe llenar sus ojos con la sangre obtenida. Cuando pronuncia las fórmulas, se extiende sobre un colchón de rosas, sin haber hecho en amor en los días que preceden; se dirige a la lámpara, testigo del mundo divino, que ha viajado en el espacio y recibido el mensaje de los dioses.
Estos complejos elementos, que pertenecen a una magia tardía, mezclan mitos primordiales y prácticas de hechicería. Sólo magos experimentados eran capaces de extraer los elementos positivos de estos escritos donde se mezclaban lo mejor y lo peor.

Los instrumentos mágicos del mago egipcio eran diversos y numerosos. No eran nada más que instrumentos. Cuerpos de sustitución, amuletos, nudos mágicos, etc., sirven de soportes al practicante. La fuerza de creación reside en la comunicación que se produce entre su espíritu y el universo, no en simples objetos.
Desde luego, existe objetos llamados "encargados" en los cuales subsiste una huella más o menos viva de las operaciones mágicas para las que han servido. Pero es preciso conocer todavía la fórmula que despierta esa energía oculta. ¿Cómo se conseguiría sin dominar las fuerzas elementales?

CAPÍTULO IV
El dominio de los elementos

En el presente capítulo no abordaremos el tema del dominio de la tierra, debido a una observación de mi anfitrión en Luxor. "La tierra – me dijo – pertenece a las serpientes y a los escorpiones. Es nuestra madre, pero una madre exigente, peligrosa. El mago no es un ingenuo. Para conocer los tesoros de la tierra, es preciso en primer lugar conquistar la amistad de los que los protegen. Pero es imposible, para quien no es un hombre de agua, de aire o de fuego".
Extrañas palabras que, sin embargo, no habrían sorprendido a un egipcio antiguo, habituado a vivir en armonía con los elementos. No los veía con los ojos ciegos. Sabía que encerraban una parte del secreto de su propia vida.

El agua y la barca

Todas las aguas vienen de Nun, océano primordial que rodea el mundo. Cada tarde el sol entra de nuevo en el Nun, se regenera en él y sale de allí purificado y renovado, por la mañana. Los lagos sagrados de los templos contienen precisamente esta agua primordial en la cual se purifican los sacerdotes.
Los Textos de las pirámides dan una fórmula mágica para obtener el domino del agua (1). Se dice que el Nilo celeste está a disposición del mago que se identifica con el gran dios

(1) Text. Pir., cap. 353
cuyo nombre no es conocido por las multitudes de los espíritus. Pronuncia estas palabras: "¡Oh, Hapi, príncipe del cielo, refresca mi corazón con tu agua! ¡Haz que yo pueda tener el poder sobre el agua… Dame el agua que existía antes de los dioses, ya que he llegado al primer día de existencia (2)". Para estar seguro de lograrlo, el mago incluso se transforma en dios – Nilo, señor de las aguas que permite crecer a la vegetación. Es por ello que el poder mágico subsiste sobre el cielo y la tierra (3).
El mago se baña con Ra en las extensiones de aguas celestes. Está rodeado por Orión, Sotis, por la estrella de la mañana. Le colocan en brazos de su madre Mut, el cielo. También escapa al furor de los condenados que marchan cabeza abajo (4).
Agua purificadora, agua para bañarse, pero también agua que sirve como soporte a los desplazamientos por el cosmos. Según la religión más antigua, el faraón bogaba sobre balsas de cañas por los espacios celestes. Cada mago, siguiendo al rey, desea "subir al cielo, embarcar en la barca de Ra y convertirse en un dios vivo (5)". El mago puede utilizar un vaso para ver esta barca del sol. Pide a la madre de los dioses que le abra el cielo por donde verá subir y descender a los novios divinos (6).
Se pronuncian fórmulas mágicas sobre una barca de Ra pintada de blanco y colocada en un lugar puro (7). Ante ella, la imagen de un bienaventurado. El mago dibuja una barca de la noche a su derecha y una barca del día a su izquierda. El capítulo 133 del Libro de los Muertos ofrece una detallada explicación: "Palabras a decir sobre una barca de cuatro codos de largo, pintada con polvo (¿) verde, con la asamblea divina de los nomos sobre ella; se hace un cielo estrellado, purificado con narrón y resina de trementina. Entonces se dibuja una imagen de Ra de blanco sobre un recipiente nuevo que se colocará ante la susodicha barca y se pone la imagen del bienaventurado que desees glorificar en esta barca: él es quien permite navegar en la barca de Ra".
El mago que obtiene un poder sobre el agua celeste se convierte en la pagaya (remo) de Ra que no se moja en un líquido y no se quema en el fuego (8). Al identificarse con esta pagaya, el mago está seguro de "conducir su barca" sin desfallecer.
De manera aún más directa y más arriesgada, el mago se enfrenta al agua cuando está obligado a nadar. Existe una técnica apropiada: para proteger al nadador y evitarle todo peligro, se invoca a un babuino de siete codos, con ojos de electro y labios de fuego, cada una de cuyas palabras es una llama (9).
El cuerpo contiene agua. Ésta es indispensable para la vida. Beber es un acto sagrado. El mago dispone del agua llegada de Elefantina, del mismo Nun. Es capaz de identificarse con el padre de los dioses (10). Existe un capítulo, "beber agua en el imperio de los muertos", que contiene esta llamada: "¡Ven a mí, tú que eres el agua del rejuvenecimiento de cada día! ¡Si pudieses refrescar mi corazón con el agua fría de tu corriente! ¡Si pudieses concederme poder sobre el agua como el Poderoso!". Esta agua prodigiosa será ofrecida al mago cuyo espíritu se ubique en el origen de los tiempos (11).
"El agua fresca" es uno de los nombres del mago rejuvenecido que conoce la alegría de vivir, de moverse a su antojo, de estar protegido, de aparecer glorificado. Nut, diosa del cielo, y Neftis, la señora del templo, vienen a él para aportarle el ojo de Horus, la medida de todas las cosas (12). El iniciado saluda a Ra (13). Le pide al dios que le aporte la leche de Isis, el flujo de Neftis, el desbordamiento del mar, la vida, la prosperidad, la salud, la felicidad, el pan, la cerveza, el vestido, el alimento: en resumen, el conjunto de las formas líquidas que procuran una

(2) Goyon, J., - C., Rituales, 260
(3) Text. Sarc., IV, 115, 124, 136
(4) Text. Sarc., I, 188
(5) Principio del cap. 76 de los Text. Sarc.
(6) Pap. Mág. Leiden, 79
(7) LdM, cap. 130
(8) Text. Sarc., cap. 361
(9) AEMT, 89
(10) Goyon, J. – C., Rituales, 70
(11) Goyon, J. – C., El pap. Louvre N 3 279, 53 – 54
(12) Text. Sarc., cap. 840
(13) Pir., § cap. 406

perfecta beatitud. Desea ver a Ra cuando sale como Thot, cuando se le prepara un camino de agua para la barca del sol.
El mago se identifica con Osiris. Porque Osiris ha hecho un largo viaje – en forma de cadáver – por las aguas. El Ojo de Horus se encuentra cerca de él cuando flota. El escarabajo Khepre planea sobre él. El dios debe proteger al mago de los seres dañinos ocultos en las aguas. Debe obtener la ayuda de los dioses presentes en sus barcas (14). Existe por otra parte, una fórmula para franquear las aguas repletas de demonios: "Osiris está sobre el agua, el Ojo de Horus está con él. El gran escarabajo se extiende sobre él. No levantéis vuestros rostros, habitantes de las aguas, para que Osiris pueda pasar sobre vosotros (15)".
El Nilo cobija seres peligrosos y maléficos que acechan a animales y humanos que atraviesan el río. Hay que impedirles actuar. El mago recita canciones, "lágrimas de agua (16)". Los textos de estos hechizos son ultrasecretos. Referente a esto se aconseja: "No reveléis al hombre corriente. Es un misterio de la Casa de la Vida". Algunas indicaciones nos permiten conocer una parte del secreto. El mago utiliza un huevo que es "grande en el cielo y en el douat (mundo intermedio entre cielo y tierra)". De él nace un pájaro. El mago sale del nido con él. Las palabras mágicas deben pronunciarse sobre un huevo de arcilla que evoca al huevo primordial. Tomándolo en su mano, el mago sostiene la proa del barco que boga sobre las aguas. Si un ser dañino sale a la superficie y amenaza con atacar, el mago arroja el huevo sobre él. El peligro estará conjurado al momento.
Estos "hechizos de agua" son a veces fórmulas muy desarrolladas, ya que el peligro amenaza a menudo, de forma muy directa, al viajero o al bebedor. El mago entonces se vuelve muy solemne en sus declaraciones (17): "¡Oh, anciano que se rejuvenece a sí mismo en su edad, anciano que se vuelve joven! ¡Si pudieseis hacer que Thot viniese a mí en mi voz! ¡Atrás, el que habita en el agua, si el que se encuentra sobre el agua fuese atacado, el Ojo de Horus lo será también! (Dicho de otro modo, el orden del mundo estaría comprometido) . ¡Que el que está en el agua no levante la cabeza antes de que Osiris haya pasado!"
Incluso Ra toma precauciones cuando viaja en barco para ir a visitar a su Enéada. Los "Señores del Duat" están puestos a castigar al cocodrilo que se dirija contra la barca divina. Las bocas de los habitantes del agua están cerradas por Ra, sus gargantas cerradas por Sakhmet, sus lenguas cortadas por Thot, sus ojos cegados por heka, dios de la magia. Los cuatro dioses que protegen a Osiris protegen a cualquiera que afronte el agua, hombre o animal.
Otra fórmula muy impresionante: "¡Ven a mí, señor de los dioses! ¡Arroja al suelo, por mí, toda forma del mal, todo monstruo que está en el río! ¡Transfórmales por mí en guijarros sobre el gebel, parecidos a pedazos de loza esparcidos a lo largo de los caminos (18)". Proceso radical, en efecto: transformados en guijarros, los seres dañinos del agua no amenazarán ya a nadie. Para luchar victoriosamente contra las criaturas maléficas presentes en las aguas, el mago no duda en identificarse con Amón, Onuris, Montu, Soped en sus funciones guerreras. Impresionados, los que están bajo las aguas no emergerán. Derivarán por la corriente, con sus bocas selladas como los siete grandes arcones, cerradas para siempre (19).

El aire

Los Textos de los sarcófagos describen una extraordinaria operación mágica (20): convertirse en los cuatro vientos del cielo y conocer el nombre del dios responsable de la escalera del cielo, que permite acceder al paraíso. El mago tiene el dominio de estos cuatro vientos (21). Éstos le permiten explorar el universo entero. Así, el viento del sur transporta agua, crecimiento y vida.

(14) Lexa, F., II, 70 (estela Metternich)
(15) Djed – her, 50 – 52
(16) CdE, XLV, 253; AEMT, 87
(17) AEMT, 86
(18) Pap. Harris, IV, 6 – 7
(19) AEMT, 89
(20) Text. Sarc., cap. 297
(21) Text. Sarc., cap. 162

La vestidura del mago es el aire que da la vida, ha creado el cielo luminoso para reemplazar a las tinieblas, se manifiesta por medio de nubes de tempestad, la anchura del cielo es la medida de sus zancadas (22).
Pero el aire contiene también peligros, especialmente miasmas causantes de enfermedades. Existen también fórmulas para disipar el aire viciado del año (23). El mago juega el papel de la diosa – buitre Nekhbet, que agita la tierra. Le pide que venga a su lado y añade estrechamente sus dos grandes plumas a su alrededor. Así vivirá con buena salud y recibirá la corona blanca, insignia del poder que está sobre la cabeza del gran mago de Heliópolis. Bogará sobre el océano cósmico, en la barca del día, a condición de que pronuncie correctamente las fórmulas sobre un par de plumas de buitre.
El aire que respiramos debe ser purificado por el mago. En ciertos períodos, en efecto – especialmente en el cambio de año – transporta elementos peligrosos (miasmas, fluidos negativos, enfermedades) . Sólo una purificación mágica, que forma parte además de un ritual de Estado, ofrece a los humanos un aire vivificante.

El fuego

Los seres dañinos transportan una llama, un fuego destructor que amenaza la vida. Para apagarlo, es preciso utilizar el agua. Pero no cualquier agua: la de Nun, el océano primordial, que se manifiesta como una fresca ola (24). El mago mezcla los elementos (*) para reducir el malvado fuego a la nada.
La manifestación más frecuente de éste último es la quemadura. ¿No fue el mismo Horus quemado por la llama de la diosa – leona Sakhmet (25), con terrible cólera? Contra cualquier quemadura, el mago debe además recordar la leyenda de Horus niño: un fuego había caído sobre su cuerpo. Su madre estaba ausente. El fuego era muy poderoso para un niño tan pequeño. Nadie podía salvarle. ¿Podría Isis, recién llegada de la morada de tejidos donde ella iniciaba a las mujeres en sus misterios, apagar la llama con su leche? Es necesario recitar fórmulas sobre la resina proveniente de una acacia, sobre una torta de trigo, guisantes de algarrobas, coloquíntidos, excrementos, luego quemar todo esto para hacer una masa para mezclarla con la leche de una mujer que a dado a luz a un varón. Más tarde se aplica la mezcla sobre la quemadura y se venda la herida con una hoja de ricino (26).
Para la víctima de una quemadura o de un incendio, el mago se refiere obligatoriamente a Horus. El dios estaba tan gravemente afectado que solo Isis, la maga, era capaz de inventar un remedio para evitar el fuego. A su alrededor no había nada de agua, así que la diosa se vio obligada a utilizar un líquido salido de su propio cuerpo: "Hay agua en mi boca, dice Isis, y un Nilo entre mis piernas; vengo a apagar el fuego (27)".
El fuego positivo y creador está contenido en el sol. El mago se dirige a él cuando sale con un destello de las tinieblas: es él quien alejará la sombra muerta que intenta arrancar al niño de su madre (28). Existen fórmulas para disipar las tormentas a fin de que el sol pueda brillar normalmente (29). La victoria no se adquiere nunca en forma definitiva. El hechizo mágico debe ser renovado cada día. Una prueba: la hoja de papiro se pone en una caja y se arroja al fuego cada día. Cuando sale el sol, la criatura – dragón arde (30).
La manifestación de un dios se acompaña a menudo de llamas que destruyen adversarios y criaturas dañinas. Éstos son devorados por un fuego divino. "Oh rebeldes – proclama una fórmula –, el fuego de Amón está con vosotros, y no se extinguirá jamás. Aquel que está oculto en su imagen, que está disimulado en su forma, os maldice… lanza contra

(22) Text. Sarc., cap. 80
(23) AEMT, 14 – 15
(24) Zócalo Behague, 61
(*) La octava fórmula de Zócalo Behague expone así la técnica del mago: "¡Fuego en el agua, fuego que ha salido del agua! La llama de mi boca ha descansado sobre el fuego, cuando él produce una llama, yo la extingo. El agua extinguirá el fuego"
(25) OMRO, 51, 13
(26) AEMT, 25
(27) Erman, A., Religión, 343
(28) Lexa, F., II, 31
(29) Libro del ahuyentador Apofis, 23, 14 y ss
(30) Lexa, F., II, 97
vosotros el fuego para reduciros a cenizas (31)".
De este modo los enemigos más peligrosos verán sus proyectos reducidos a la nada (*).
En la frente del faraón, la serpiente uraeus es una llama ardiente que calcina a los enemigos del rey. El mago se identifica con la uraeus. Afilada es la llama que se encuentra sobre su boca, contra los puñales que están en las manos de los dioses hostiles del os que ya no tiene más nada que temer (33).
Igualmente, el fuego destructor se revela protector. Los Textos de los sarcófagos evocan el círculo de fuego que rodea a Ra y le protege mientras se encuentra en la cabina de su barca solar. El mago debe utilizar una fórmula para hacer desaparecer ese círculo (34): el fuego se extingue momentáneamente para que él acceda al interior del sol.
"Entrar en el disco solar" es un tema iniciático excepcional (35). El mago ha probado su competencia estableciendo el orden cósmico para la gloria de Ra y abriendo el ojo misterioso que da la luz a la humanidad. Una extraña figura de los Textos de los sarcófagos (36) presenta a un ser divino, sentado sobre un trono y rodeado de óvalos. Es el símbolo esotérico de Ra, dominado por una serpiente llamada Mehen. Evoca una multitud de ciclos y años. Caminos de fuego protegen ese sol secreto. El mago conoce las sombrías rutas por las que el Hou y Sia, el Verbo y la Intuición, circulan. Conoce el "circuito de Ra", la curva del universo.
Una fórmula secreta sirve para entrar en el fuego y salir de él (37). El mago es una criatura cuya forma es invisible en medio del fuego. Es allí donde aprende a manejar un cuchillo que no es otro que un rayo de luz. El mago se vuelve fuego en el reino de los muertos, en cada lugar del Occidente (38), zona oscura a la que él aporta calor. Se vuelve la llama que se mece con el viento, que atraviesa los espacios (39), en la extremidad del cielo y la tierra.
Señor del fuego, el mago vive de la armonía de las esferas, Maat. Es también señor de la eternidad. Crea la alegría. Conoce las palabras secretas inscritas sobre los rollos mágicos. Será como Ra en el este del cielo, como Osiris en el mundo inferior (40).
Se utiliza una fórmula "para hacer nacer la llama bajo la cabeza del justo": se trata del famoso hipocéfalo, disco de tela, papiro o bronce situado bajo la cabeza de la momia (41). Esta llama hacía del cadáver un ser vivo. Es el prototipo simbólico del nimbo del cristiano, esa aureola de fuego que rodea la cabeza de los santos. Sobre este hipocéfalo, pintado a veces de color oro, se inscriben fórmulas y se dibujan genios protectores.
Las antorchas utilizadas en los rituales son preparadas por los iniciados en los secretos del fuego (42). Al mago se le recomienda preparar cuatro cuencos de arcilla mezclada con incienso, llenos de la leche de una becerra blanca, en los que se apagarán las antorchas al final del ritual. Pronuncia unas palabras sobre cuatro antorchas de tela roja impregnadas de aceite de Libia. Son sostenidas por cuatro hombres sobre cuyos brazos está trazado el nombre de los hijos de Horus. Respetando las reglas, el iniciado tendrá poder sobre las Estrellas imperecederas.

(31) Derchain, P., pap. Salt., 141
(*) Otra fórmula de destrucción de los enemigos por el fuego, que impide igualmente a la serpiente lanzar su ataque: "¡La llama contra el cielo, la flecha (de fuego) contra la tierra! ¡La flecha (de fuego) contra la tierra, la llama contra el cielo! (32)"
(32) Djed – her, 41
(33) Text. Sarc., cap. 311
(34) Text. Sarc., cap. 1032 – 1033
(35) Text. Sarc., cap. 100
(36) Text. Sarc., cap. 758 – 9
(37) Text. Sarc., cap. 246
(38) Text. Sarc., cap. 284
(39) Text. Sarc., cap. 288
(40) Text. Sarc., cap. 1130
(41) LdM, cap. 162
(42) LdM, cap. 137 A

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Pensamiento de hoy

febrero, 2008
Aprender sin pensar es tiempo perdido, pensar sin aprender es peligroso.
Confucio, filósofo chino.


"No hay viento favorable para el que no sabe a dónde va" (Séneca)

Camuflaje OVNI

Copyright

En nuestro mundo, una de las facultades que más nos asombra del mundo animal es la llamada mimetismo. Esta es la capacidad de los organismos vivos para pasar inadvertidos para los depredadores. Las variantes son múltiples, desde cambiar el color del pelaje, confundiéndose con su medio, hasta el de adquirir las formas de su entorno, incluso cuando nosotros mismos observamos el comportamiento de animales de nuestro interés, utilizamos el recurso del camuflaje. En la guerra la invisibilidad es una premisa, es por eso que la nación que logre duplicar el camuflaje OVNI obtendrá todas las ventajas sobre su enemigo. Actualmente existen naves invisibles, por lo menos para el radar, como el llamado Stealth Fighter, que por su diseño y pintura especial pasa inadvertido para los radares.

Einstein, en una de sus teorías afirmaba que mediante procesos magnéticos haciendo vibrar un objeto, esté podría desplazar el espectro electromagnético visible que despiden los objetos haciéndolos completamente indistinguibles para el ojo humano. Teoría que se probaría en el tristemente célebre experimento Filadelfia en 1947, con repercusiones bastante lamentables.

Los rayos infrarrojos y ultravioleta están por encima y por debajo, respectivamente, del espectro visible para el ojo humano. Para que una frecuencia infrarroja pueda ser perceptible son necesarios elementos ópticos y tecnológicos de los que carece el ojo humano, sin embargo, un ejemplo claro para poder realizarlo en nuestro hogar, basta colocar un telemando frente a una cámara de video y observarlo en el monitor de televisión.

Esto explicaría cómo aparece y cómo queda registrado en un video un OVNI, cuando al realizar la grabación éste no se observa y ni siquiera es el centro de atención. No obstante, este fenómeno también se produce en negativos fotográficos aun cuando este proceso (óptico químico) es diferente al video. Dando una idea de que si nuestras percepciones físicas no pueden detectar estos avistamientos, sí se cuenta con elementos para poder observarlos.

Otro tipo de camuflaje OVNI (al menos físico y visible), sería el de adoptar las formas del entorno atmosférico, en este caso nubes. Se han registrado avistamientos donde los observadores de estos fenómenos, ven claramente cómo las nubes tienen movimientos caprichosos en el cielo. Estos movimientos por cierto muy semejantes a los observados a través de la historia, donde incluso algunos casos se observan bajar entidades de las mismas.

Por otra parte, la misma maniobrabilidad de algunos OVNI´s hacen que pasen desapercibidos para algunos instrumentos de detección, esto como es de suponerse, sólo es necesario hallarse fuera del campo que cubre un radar, colocándose por encima o por debajo para pasar inadvertido. En medio de estos parámetros explicativos queda otra interrogativa, ¿se pueden ver o fotografiar entidades que se desarrollan en un plano de tres dimensiones? No, no se puede, ya que no obedecen las leyes físicas y ópticas del mismo comportamiento que conocemos, haciendo imposible dejar constancia en una placa o en un video, al menos con la óptica terrestre tal y como la conocemos.

Como se podrá deducir entonces, el hecho de que observemos OVNI´s en el cielo, sólo puede tratarse de un acto consciente de ser observados y enterarnos que allá arriba está sucediendo algo.