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Wednesday, March 9, 2011

Las batallas medievales


Hastings, Bouvines, Agincourt -la Edad Media parece repleta de célebres batallas; en realidad durante mucho tiempo la guerra medieval se ha estudiado casi exclusivamente a través de los choques registrados en la época-. Sin embargo, es relativamente raro encontrar batallas en el pleno sentido de la palabra: lo que predomina son principalmente las campañas y los asedios, ya que éste es el tipo de acciones que definen la guerra en este período. Lo cierto es que el número de escaramuzas, combates singulares y choques militares de entidad supera con mucho el de acontecimientos como los de Hastings y Agincourts en el mundo medieval.

La paradoja de las batallas medievales estriba en el hecho de que fueran a un tiempo superlativamente arriesgadas y muy poco decisivas. Por consiguiente, y a pesar de que algunos generales siguieran activamente una estrategia concebida para entablar batalla tras batalla, la mayoría de los comandantes optaban por una política contraria, tratando de evitar los encontronazos y haciendo reacaer únicamente en las campañas y los asedios el peso de la victoria. Cuando se entabla una batalla, y una vez desatada la violencia, el jefe militar no ejercía más que un control muy limitado sobre sus fuerzas.

Pese a que en el campo de batalla las tropas se agruparan en unidades tácticas (llamadas conrois, y batailles en el caso de las de mayor envergadura) provistas de estandartes, insignias heráldicas y dalmáticas para facilitar el reconocimiento de los bandos, el estrépito y la confusión del combate, la extensión del terreno que acababan por ocupar los enfrentamientos, las dificultades de comunicación, el surgimiento de exigencias y acontecimientos inesperados, así como las tácticas que pudiera adoptar por sorpresa el enemigo, todo esto generaba un tremendo desorden, lo que explica lo mucho que el resultado del choque dependía de la preparación, experiencia y buen juicio del jefe de la soldadesca y de la iniciativa de sus capitanes. Y cuando se asentaba la polvareda levantada por la refriega seguía siendo difícil discernir qué es lo que había sucedido en realidad en el campo de batalla.

El resultado de la batalla era casi siempre incierto. Pese a ello, eran muchos los generales que de heco trataban de tentar a la suerte y jugarse el destino de una guerra en una gran ofensiva. Cuando Guillermo el Conquistador arribó con su ejército a las costas de Inglaterra en 1066 su propósito era instar a los ingleses a presentar batalla: y tras derrotar a Haroldo y al grueso de sus efectivos en Hastings -mejor aún, habiendo dado muerte al rey en combate-, el reino resultó más fácil de someter. El cronista Guillermo de Poitiers señaló que, en efecto, el duque de Normandía había conquistado la totalidad de Inglaterra en un sólo día.

También Haroldo deseaba una batalla decisiva, y en esto se adhería a una estrategia muy anglosajona: la ausencia de grandes fortificaciones en la Inglaterra anterior a la conquista, determinaba que fueran las batallas, más que los asedios, lo que decidía el resultado de las confrontaciones.

El cronista Orderico Vitalis ofrece un sucinto análisis de la conquista de Inglaterra efectuada por el duque de Normandía: "Las fortificaciones que los franceses llaman `castillos' eran muy raras en las regiones inglesas y por consiguiente, pese a que los ingleses se mostraban belicosos y audaces, se hallaban en una posición de mayor debilidad para resistir a sus enemigos". A finales de la Edad Media, los generales ingleses volvieron a encontrarse en parecida situación militar: los largos períodos de paz habían hecho que las fortificaciones cayeran en desuso y provocado que se dejara de atender por tanto a su reparación, lo que obligó a los ejércitos a combatir sobre el terreno en lugar de en situación de asedio.

En algunas de las campañas que tuvieron lugar en el continente puede observarse la puesta en práctica de estrategias centradas en la búsqueda del choque directo: así sucede por ejemplo en las poco conocidas guerras que enfrentaron a los francos salios con los sajones en la alemania de finales del siglo XI y principios del XII.

El éxito que obtuvo Simón de Monfort en la cruzada albigense se debió en buena parte al hecho de que se mostrara decidido a precipitar los acontecimientos en el campo de batalla. En 1211 concentró su pequeño ejército en las debilitadas fortificaciones de Castelnaudary, situado al suroeste de Tolosa, en la Francia meridional, y pronto se vio asediado por su adversario, el conde Raimundo VI de Tolosa. Los hombres de Monfort tomaron la iniciativa, haciendo salidas para ir al encuentro del enemigo e inflingirle una aplastante derrota. Monfort reiteraría esa misma táctica en el año 1213, en la cercana localidad de Muret, y cosecharía un éxito aún mayor. La estrategia era arriesgada, pero la fortuna sonríe a menudo a los valientes.

Fuentes: A hierro y fuego – Sean McGlynn

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Pensamiento de hoy

febrero, 2008
Aprender sin pensar es tiempo perdido, pensar sin aprender es peligroso.
Confucio, filósofo chino.


"No hay viento favorable para el que no sabe a dónde va" (Séneca)

Camuflaje OVNI

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En nuestro mundo, una de las facultades que más nos asombra del mundo animal es la llamada mimetismo. Esta es la capacidad de los organismos vivos para pasar inadvertidos para los depredadores. Las variantes son múltiples, desde cambiar el color del pelaje, confundiéndose con su medio, hasta el de adquirir las formas de su entorno, incluso cuando nosotros mismos observamos el comportamiento de animales de nuestro interés, utilizamos el recurso del camuflaje. En la guerra la invisibilidad es una premisa, es por eso que la nación que logre duplicar el camuflaje OVNI obtendrá todas las ventajas sobre su enemigo. Actualmente existen naves invisibles, por lo menos para el radar, como el llamado Stealth Fighter, que por su diseño y pintura especial pasa inadvertido para los radares.

Einstein, en una de sus teorías afirmaba que mediante procesos magnéticos haciendo vibrar un objeto, esté podría desplazar el espectro electromagnético visible que despiden los objetos haciéndolos completamente indistinguibles para el ojo humano. Teoría que se probaría en el tristemente célebre experimento Filadelfia en 1947, con repercusiones bastante lamentables.

Los rayos infrarrojos y ultravioleta están por encima y por debajo, respectivamente, del espectro visible para el ojo humano. Para que una frecuencia infrarroja pueda ser perceptible son necesarios elementos ópticos y tecnológicos de los que carece el ojo humano, sin embargo, un ejemplo claro para poder realizarlo en nuestro hogar, basta colocar un telemando frente a una cámara de video y observarlo en el monitor de televisión.

Esto explicaría cómo aparece y cómo queda registrado en un video un OVNI, cuando al realizar la grabación éste no se observa y ni siquiera es el centro de atención. No obstante, este fenómeno también se produce en negativos fotográficos aun cuando este proceso (óptico químico) es diferente al video. Dando una idea de que si nuestras percepciones físicas no pueden detectar estos avistamientos, sí se cuenta con elementos para poder observarlos.

Otro tipo de camuflaje OVNI (al menos físico y visible), sería el de adoptar las formas del entorno atmosférico, en este caso nubes. Se han registrado avistamientos donde los observadores de estos fenómenos, ven claramente cómo las nubes tienen movimientos caprichosos en el cielo. Estos movimientos por cierto muy semejantes a los observados a través de la historia, donde incluso algunos casos se observan bajar entidades de las mismas.

Por otra parte, la misma maniobrabilidad de algunos OVNI´s hacen que pasen desapercibidos para algunos instrumentos de detección, esto como es de suponerse, sólo es necesario hallarse fuera del campo que cubre un radar, colocándose por encima o por debajo para pasar inadvertido. En medio de estos parámetros explicativos queda otra interrogativa, ¿se pueden ver o fotografiar entidades que se desarrollan en un plano de tres dimensiones? No, no se puede, ya que no obedecen las leyes físicas y ópticas del mismo comportamiento que conocemos, haciendo imposible dejar constancia en una placa o en un video, al menos con la óptica terrestre tal y como la conocemos.

Como se podrá deducir entonces, el hecho de que observemos OVNI´s en el cielo, sólo puede tratarse de un acto consciente de ser observados y enterarnos que allá arriba está sucediendo algo.